Encontrados 45 resultados para: Habitación
José salió precipitadamente porque se conmovió a la vista de su hermano y no podía contener las lágrimas. Entró en una habitación y lloró. (Génesis 43, 30)
Cuando entró Ehúd, el rey se encontraba en la habitación de arriba, que era más fresca y estaba reservada para él solo. Ehúd le dijo: "Tengo que comunicarte un oráculo divino". El rey se levantó de su trono. (Jueces 3, 20)
Después de atrancar las puertas de la habitación alta, Ehúd salió por la ventana. (Jueces 3, 23)
En seguida, llegaron los servidores y vieron que las puertas de la habitación alta estaban atrancadas. Entonces dijeron: "Seguramente está haciendo sus necesidades en la habitación ventilada". (Jueces 3, 24)
El séptimo día, antes que Sansón entrara en la habitación matrimonial, la gente del pueblo le dijo: "¿Qué hay más dulce que la miel y más fuerte que el león?". Y él les respondió: "Si no hubieran arado con mi ternera, no habrían resuelto mi adivinanza". (Jueces 14, 18)
Después de un tiempo, mientras se cosechaba el trigo, Sansón fue a visitar a su mujer, llevando un cabrito, y dijo: "Quiero estar a solas con mi mujer en la habitación". Pero el padre de ella no lo dejó entrar, (Jueces 15, 1)
Y como ella tenía a unos hombres emboscados en la habitación, le gritó: "¡Sansón, los filisteos se te vienen encima!". Pero él rompió las cuerdas de arco como se rompe un cordón de estopa al primer contacto con el fuego. Y no se descubrió el secreto de su fuerza. (Jueces 16, 9)
Dalila tomó unas cuerdas nuevas y lo ató con ellas. Luego gritó: "¡Sansón, los filisteos se te vienen encima!". En la habitación había gente emboscada, pero el rompió las cuerdas de sus brazos como si fueran un hilo. (Jueces 16, 12)
Un día, Elí estaba acostado en su habitación. Sus ojos comenzaban a debilitarse y no podía ver. (I Samuel 3, 2)
Amnón dijo a Tamar: "Tráeme la comida a la habitación y dame tú misma de comer". Tamar tomó los buñuelos que había preparado y los llevó a la habitación donde estaba su hermano Amnón. (II Samuel 13, 10)
El rey se estremeció, subió a la habitación que estaba arriba de la Puerta y se puso a llorar. Y mientras iba subiendo, decía: "¡Hijo mío, Absalón, hijo mío! ¡Hijo mío, Absalón! ¡Ah, si hubiera muerto yo en lugar de ti, Absalón, hijo mío!". (II Samuel 19, 1)
Betsabé se presentó ante el rey en su habitación privada. El rey estaba muy viejo y Abisag, la sunamita, lo servía. (I Reyes 1, 15)