Encontrados 488 resultados para: Muerte

  • Y así, siempre que coman este pan y beban esta copa, proclamarán la muerte del Señor hasta que él vuelva. (I Corintios 11, 26)

  • Porque la muerte vino al mundo por medio de un hombre, y también por medio de un hombre viene la resurrección. (I Corintios 15, 21)

  • El último enemigo que será vencido es la muerte, (I Corintios 15, 26)

  • Cada día yo me enfrento con la muerte, y esto es tan cierto, hermanos, como que ustedes son mi orgullo en Cristo Jesús, nuestro Señor. (I Corintios 15, 31)

  • Cuando lo que es corruptible se revista de la incorruptibilidad y lo que es mortal se revista de la inmortalidad, entonces se cumplirá la palabra de la Escritura: La muerte ha sido vencida. (I Corintios 15, 54)

  • ¿Dónde está, muerte, tu victoria? ¿Dónde está tu aguijón? (I Corintios 15, 55)

  • Porque lo que provoca la muerte es el pecado y lo que da fuerza al pecado es la ley. (I Corintios 15, 56)

  • Soportamos en nuestra propia carne una sentencia de muerte, y así aprendimos a no poner nuestra confianza en nosotros mismos, sino en Dios que resucita a los muertos. (II Corintios 1, 9)

  • para estos, aroma de muerte, que conduce a la muerte; para aquellos, aroma de vida, que conduce a la Vida. ¿Y quién es capaz de cumplir semejante tarea? (II Corintios 2, 16)

  • Ahora bien, si el ministerio que lleva a la muerte -grabado sobre piedras- fue inaugurado con tanta gloria que los israelitas no podían fijar sus ojos en el rostro de Moisés, por el resplandor -aunque pasajero- de ese rostro, (II Corintios 3, 7)

  • Siempre y a todas partes, llevamos en nuestro cuerpo los sufrimientos de la muerte de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestro cuerpo. (II Corintios 4, 10)

  • Y así aunque vivimos, estamos siempre enfrentando a la muerte por causa de Jesús, para que también la vida de Jesús se manifieste en nuestra carne mortal. (II Corintios 4, 11)


“A ingenuidade e’ uma virtude, mas apenas ate certo ponto; ela deve sempre ser acompanhada da prudência. A astúcia e a safadeza, por outro lado, são diabólicas e podem causar muito mal.” São Padre Pio de Pietrelcina