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y a los hurritas en las montañas de Seír, cerca de El Parán, en el límite con el desierto. (Génesis 14, 6)
El valle de Sidím estaba lleno de pozos de asfalto. Al huir, los reyes de Sodoma y Gomorra cayeron en ellos, mientras que los demás escaparon a las montañas. (Génesis 14, 10)
Cuando Abrám volvía de derrotar a Quedorlaomer y a los reyes que lo acompañaban, el rey de Sodoma salió a saludarlo en el valle de Savé, o sea el valle del Rey. (Génesis 14, 17)
No quiero nada para mí, fuera de lo que mis servidores han comido. Solamente los hombres que me han acompañado, Aner, Escol y Mamré, recibirán su parte". (Génesis 14, 24)
Después añadió: "Tú no me has dado un descendiente, y un servidor de mi casa será mi heredero". (Génesis 15, 3)
Luego lo llevó afuera y continuó diciéndole: "Mira hacia el cielo y, si puedes, cuenta las estrellas". Y añadió: "Así será tu descendencia". (Génesis 15, 5)
los amorreos, los cananeos, los guirgasitas y los jebuseos". (Génesis 15, 21)
Ya hacía diez años que Abrám vivía en Canaán, cuando Sarai, su esposa, le dio como mujer a Agar, la esclava egipcia. (Génesis 16, 3)
El Ángel del Señor la encontró en el desierto, junto a un manantial -la fuente que está en el camino a Sur- (Génesis 16, 7)
Luego añadió: "Yo multiplicaré de tal manera el número de tus descendientes, que nadie podrá contarlos". (Génesis 16, 10)
Yo te daré en posesión perpetua, a ti y a tus descendientes, toda la tierra de Canaán, esa tierra donde ahora resides como extranjero, y yo seré su Dios". (Génesis 17, 8)
Ella tuvo miedo, y trató de engañarlo, diciendo: "No, no me he reído". Pero él le respondió: "Sí, te has reído". (Génesis 18, 15)