Encontrados 482 resultados para: batalla por el poder

  • No pienses entonces: "Mi propia fuerza y el poder de mi brazo me han alcanzado esta prosperidad". (Deuteronomio 8, 17)

  • Ustedes -y no sus hijos, que no han conocido ni experimentado la lección del Señor- son los que conocen hoy su grandeza, el poder de su mano y la fuerza de su brazo; (Deuteronomio 11, 2)

  • en estos términos: "Escucha, Israel. Ahora ustedes están próximos a entrar en batalla contra sus enemigos. ¡Tengan valor! No teman, ni se angustien, ni tiemblen ante ellos, (Deuteronomio 20, 3)

  • y nos hizo salir de Egipto con el poder de su mano y la fuerza de su brazo, en medio de un gran terror, de signos y prodigios. (Deuteronomio 26, 8)

  • Que tus cerrojos sean de hierro y de bronce, y tu poder dure tanto como tus días. (Deuteronomio 33, 25)

  • ya sea por la gran fuerza y el terrible poder que él manifestó en presencia de todo Israel. (Deuteronomio 34, 12)

  • Los amorreos pudieron permanecer en Har Jéres, en Aialón y en Salbím, pero cuando la casa de José afianzó su poder, fueron obligados a pagar tributo. (Jueces 1, 35)

  • Entonces el Señor suscitaba jueces, que salvaban a los israelitas del poder de los salteadores. (Jueces 2, 16)

  • Los israelitas volvieron a hacer lo que es malo a los ojos del Señor. Entonces el Señor dio poder a Eglón, rey de Moab, sobre Israel, porque ellos hacían lo que es malo a los ojos del Señor. (Jueces 3, 12)

  • los libré del poder de los egipcios y de las manos de sus opresores. Los expulsé a ellos para entregarles a ustedes su territorio. (Jueces 6, 9)

  • El Señor se volvió hacia él y le dijo: "Ve, y con tu fuerza salvarás a Israel del poder de los madianitas. Soy yo el que te envío". (Jueces 6, 14)

  • Luego se presentó ante los hombres de Sucot y les dijo: "Aquí están Zébaj y Salmuná, los hombres por los que ustedes se burlaron de mí, diciendo: ‘¿Acaso ya tienes en tu poder a Zébaj y Salmuná para que les demos pan a tus tropas hambrientas?’". (Jueces 8, 15)


“Tenhamos sempre horror ao pecado mortal e nunca deixemos de caminhar na estrada da santa eternidade.” São Padre Pio de Pietrelcina