Encontrados 455 resultados para: división del reino

  • El rey Salomón reinó sobre todo Israel. (I Reyes 4, 1)

  • y otros doce leones de pie sobre las seis gradas, a uno y otro lado. En ningún reino se había hecho nada igual. (I Reyes 10, 20)

  • Entonces el Señor dijo a Salomón: "Porque has obrado así y no has observado mi alianza ni los preceptos que yo te prescribí, voy a arrancarte el reino y se lo daré a uno de tus servidores. (I Reyes 11, 11)

  • Pero no le arrancaré todo el reino, sino que le daré a tu hijo una tribu, por consideración a mi servidor David y a Jerusalén, la que yo elegí". (I Reyes 11, 13)

  • había agrupado a unos cuantos hombres en torno de él y se había convertido en jefe de una banda. Como David los perseguía a muerte, fue a establecerse en Damasco, y allí reinó. (I Reyes 11, 24)

  • Luego dijo a Jeroboám: "Toma para ti diez pedazos, porque así habla el Señor, el Dios de Israel: Yo voy a desgarrar el reino que Salomón tiene en su mano, y te daré las diez tribus. (I Reyes 11, 31)

  • Pero no le quitaré el reino de su mano, sino que lo mantendré como jefe todos los días de su vida, por consideración a mi servidor David, a quien elegí y que observó mis mandamientos y preceptos; (I Reyes 11, 34)

  • quitaré el reino de manos de su hijo y te lo daré a ti. A ti te daré diez tribus (I Reyes 11, 35)

  • Salomón reinó sobre todo Israel durante cuarenta años. (I Reyes 11, 42)

  • Luego se fue a descansar con sus padres, y fue sepultado en la Ciudad de David, su padre. Su hijo Roboám reinó en lugar de él. (I Reyes 11, 43)

  • Mientras tanto, Roboám llegó a Jerusalén y convocó a toda la casa de Judá y a la tribu de Benjamín -ciento ochenta mil guerreros adiestrados- para ir a combatir contra la casa de Israel y restituir el reino a Roboám, hijo de Salomón. (I Reyes 12, 21)

  • Pero Jeroboám pensó: "Tal como se presentan las cosas, el reino podría volver a la casa de David. (I Reyes 12, 26)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina