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Salomón amaba al Señor y caminaba según las prescripciones de su padre David. Sin embargo, ofrecía sacrificios y quemaba incienso en los lugares altos. (I Reyes 3, 3)
Jeroboám erigió templetes en los lugares altos, e instituyó sacerdotes de entre el común de la gente, que no eran hijos de Leví. (I Reyes 12, 31)
Además, celebró una fiesta el día quince del octavo mes, como la fiesta que se celebraba en Judá, y subió al altar. Esto lo hizo en Betel, donde ofreció sacrificios a los terneros que había fabricado. En Betel estableció a los sacerdotes de los lugares altos que había erigido. (I Reyes 12, 32)
Y gritó contra el altar, por orden del Señor: "¡Altar! ¡Altar! A la casa de David le nacerá un hijo -su nombre será Josías- y él inmolará sobre ti a los sacerdotes de los lugares altos que queman incienso sobre ti, y hará arder sobre ti huesos humanos". (I Reyes 13, 2)
porque ciertamente se cumplirá la palabra que él proclamó, por orden del Señor, contra el altar de Betel y contra todos los santuarios de los lugares altos que están en las ciudades de Samaría". (I Reyes 13, 32)
Después que sucedió esto, Jeroboám no se convirtió de su mala conducta. Volvió a instituir como sacerdotes de los lugares altos a personas tomadas del común de la gente; todo el que lo deseaba era investido por él y se convertía en sacerdote de los lugares altos. (I Reyes 13, 33)
También ellos se erigieron lugares altos, piedras conmemorativas y postes sagrados, en cualquier colina elevada y bajo todo árbol frondoso. (I Reyes 14, 23)
Sin embargo, no desaparecieron los lugares altos, aunque el corazón de Asá perteneció íntegramente al Señor durante toda su vida. (I Reyes 15, 14)
Sin embargo, no desaparecieron los lugares altos: el pueblo seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso en los lugares altos. (I Reyes 22, 44)
Sin embargo, no desaparecieron los lugares altos: el pueblo seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso en los lugares altos. (II Reyes 12, 4)
Sin embargo, no desaparecieron los lugares altos: el pueblo seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso en los lugares altos. (II Reyes 14, 4)
Sin embargo, no desaparecieron los lugares altos: el pueblo seguía ofreciendo sacrificios y quemando incienso en los lugares altos. (II Reyes 15, 4)