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A los antiguos habitantes de tu Tierra santa (Sabiduría 12, 3)
Porque cuando los impíos pensaban que podían oprimir a una nación santa, yacían encadenados en las tinieblas, prisioneros de una larga noche, encerrados bajo sus techos, excluidos de la providencia eterna. (Sabiduría 17, 2)
Ante él, ejercí el ministerio en la Morada santa, y así me he establecido en Sión; (Eclesiástico 24, 10)
Ten compasión de tu Ciudad santa, de Jerusalén, el lugar de tu reposo. (Eclesiástico 36, 12)
Y si queda una décima parte, ella, a su vez, será destruida. Como el terebinto y la encina que, al ser abatidos, conservan su tronco talado, así ese tronco es una semilla santa". (Isaías 6, 13)
No se hará daño ni estragos en toda mi Montaña santa, porque el conocimiento del Señor llenará la tierra como las aguas cubren el mar. (Isaías 11, 9)
Aquel día, sonará la gran trompeta, y vendrán los que estaban perdidos en el país de Asiria y los desterrados en el país de Egipto, para adorar al Señor sobre la santa Montaña, en Jerusalén. (Isaías 27, 13)
-Sin embargo, ellos se llaman "Los de la Ciudad Santa" y se apoyan en el Dios de Israel, cuyo nombre es Señor de los ejércitos-. (Isaías 48, 2)
¡Despierta, despierta, revístete de tu fuerza, Sión! ¡Vístete con tus vestidos más bellos, Jerusalén, Ciudad santa! Porque ya no entrarán más en ti el incircunciso ni el impuro. (Isaías 52, 1)
yo los conduciré hasta mi santa Montaña y los colmaré de alegría en mi Casa de oración; sus holocaustos y sus sacrificios serán aceptados sobre mi altar, porque mi Casa será llamada Casa de oración para todos los pueblos. (Isaías 56, 7)
Cuando clames, que te libren tus ídolos: ¡el viento se los llevará a todos ellos, un soplo los disipará! Pero el que se refugia en mí heredará la tierra y entrará en posesión de mi santa Montaña. (Isaías 57, 13)
Porque así habla el que es alto y excelso, el que habita en una morada eterna, aquel cuyo Nombre es santo: Yo habito en una altura santa, pero estoy con el contrito y humillado, para reavivar los espíritus humillados, para reavivar los corazones contritos. (Isaías 57, 15)