Encontrados 316 resultados para: sed

  • Incluso durante el asedio, el rey Ajaz persistió en su rebeldía contra el Señor. (II Crónicas 28, 22)

  • ¿No ven que Ezequías los está engañando y que él los expone a morir de hambre y de sed, cuando dice: ‘El Señor, nuestro Dios, nos librará de la mano del rey de Asiria’? (II Crónicas 32, 11)

  • ¡Que Ezequías no los engañe ni los seduzca de esa manera! No le crean, porque ningún dios de ninguna nación ni de ningún reino pudo salvar a su pueblo de mis manos ni de las manos de mis padres: ¡cuánto menos su dios podrá librarlos a ustedes!". (II Crónicas 32, 15)

  • Al comienzo del año, el rey Nabucodonosor mandó que lo llevaran prisionero a Babilonia, junto con los objetos preciosos de la Casa del Señor, y proclamó rey de Judá y de Jerusalén a su pariente Sedecías. (II Crónicas 36, 10)

  • Sedecías tenía veintiún años cuando comenzó a reinar, y reinó once años en Jerusalén. (II Crónicas 36, 11)

  • Tú les diste pan del cielo para saciar su hambre, hiciste brotar agua de la roca para calmar su sed, y les mandaste ir a tomar posesión de la tierra que, con la mano en alto, habías jurado darles. (Nehemías 9, 15)

  • Tú les diste tu buen espíritu, para que supieran discernir; no les quitaste el maná de la boca y les diste agua para calmar su sed. (Nehemías 9, 20)

  • En el documento sellado firmaron: Nehemías, el gobernador, hijo de Jacalías, y Sedecías; (Nehemías 10, 2)

  • porque de ella sacan el agua todos los habitantes de Betulia; así, devorados por la sed, tendrán que entregar la ciudad. Mientras tanto, nosotros y nuestra gente escalaremos las cimas de las montañas vecinas y acamparemos allí, para impedir que alguien salga de la ciudad. (Judit 7, 13)

  • Los niños languidecían, y las mujeres y los jóvenes desfallecían de sed y caían exhaustos en las plazas de la ciudad y en los umbrales de las puertas. (Judit 7, 22)

  • Ya no hay nadie que pueda auxiliarnos, porque Dios nos ha puesto en manos de esa gente para que desfallezcamos de sed ante sus ojos y seamos totalmente destruidos. (Judit 7, 25)

  • Pero ahora el pueblo está consumido por la sed y nos ha obligado a ejecutar lo que le hemos propuesto y a comprometernos con un juramento que no nos es lícito violar. (Judit 8, 30)


“As almas! As almas! Se alguém soubesse o preço que custam”. São Padre Pio de Pietrelcina