Encontrados 2230 resultados para: todo es vanidad

  • Sobre todo, revístanse del amor, que es el vínculo de la perfección. (Colosenses 3, 14)

  • Que la Palabra de Cristo resida en ustedes con toda su riqueza. Instrúyanse en la verdadera sabiduría, corrigiéndose los unos a los otros. Canten a Dios con gratitud y de todo corazón salmos, himnos y cantos inspirados. (Colosenses 3, 16)

  • Todo lo que puedan decir o realizar, háganlo siempre en nombre del Señor Jesús, dando gracias por él a Dios Padre. (Colosenses 3, 17)

  • Esclavos, obedezcan en todo a sus dueños temporales, pero no con una obediencia fingida, como quien trata de agradar a los hombres, sino con sencillez de corazón, por consideración al Señor. (Colosenses 3, 22)

  • Cualquiera sea el trabajo de ustedes, háganlo de todo corazón, teniendo en cuenta que es para el Señor y no para los hombres. (Colosenses 3, 23)

  • En lo que a mí se refiere, nuestro querido hermano Tíquico, mi fiel ayudante y compañero en el servicio del Señor, los informará de todo. (Colosenses 4, 7)

  • Lo acompañará Onésimo, nuestro fiel y querido hermano, que es uno de ustedes. Ellos los pondrán al tanto de todo lo que pasa por aquí. (Colosenses 4, 9)

  • Por eso, no pudiendo soportar más, les envié a Timoteo para que me informara acerca de la fe de ustedes, temiendo que el Tentador los hubiera puesto a prueba y todo nuestro trabajo hubiera resultado estéril. (I Tesalonicenses 3, 5)

  • ¿Cómo podremos dar gracias a Dios por ustedes, por todo el gozo que nos hacen sentir en la presencia de nuestro Dios? (I Tesalonicenses 3, 9)

  • Procuren que nadie devuelva mal por mal. Por el contrario, esfuércense por hacer siempre el bien entre ustedes y con todo el mundo. (I Tesalonicenses 5, 15)

  • examínenlo todo y quédense con lo bueno. (I Tesalonicenses 5, 21)

  • Que el Dios de la paz los santifique plenamente, para que ustedes se conserven irreprochables en todo su ser -espíritu, alma y cuerpo- hasta la Venida de nuestro Señor Jesucristo. (I Tesalonicenses 5, 23)


“Seja perseverante nas orações e nas santas leituras.” São Padre Pio de Pietrelcina