Encontrados 107 resultados para: Batalla

  • y Dios les ayudó contra ellos, de suerte que los agareos y todos los que con ellos estaban fueron entregados en sus manos; pues en la batalla clamaron a Dios y les fue propicio, por cuanto confiaban en él. (I Crónicas 5, 20)

  • Trabaron batalla los filisteos contra Israel; huyeron los hombres de Israel ante los filisteos, y cayeron heridos de muerte en el monte Gelboé. (I Crónicas 10, 1)

  • El peso de la batalla cargó sobre Saúl, los arqueros le descubrieron y fue herido por los arqueros. (I Crónicas 10, 3)

  • Este estaba con David en Pas Dammim, donde los filisteos se habían concentrado para la batalla. Había allí una parcela toda de cebada, y el pueblo estaba ya huyendo delante de los filisteos, (I Crónicas 11, 13)

  • De Zabulón, 50.000 aptos para salir a campaña, preparados para la batalla, provistos de todas las armas de guerra, audaces en la lucha, con corazón entero. (I Crónicas 12, 34)

  • De los danitas, preparados para la batalla, 28.600. (I Crónicas 12, 36)

  • De Aser, aptos para salir a campaña y preparados para la batalla, 40.000. (I Crónicas 12, 37)

  • Y de Transjordania, de los rubenitas, de los gaditas y de la media tribu de Manasés, provistos de todos los pertrechos de guerra para la batalla, 120.000. (I Crónicas 12, 38)

  • Todos estos hombres de guerra, formados en orden de batalla, vinieron a Hebrón con corazón entero para proclamar a David rey sobre todo Israel; y los demás israelitas estaban unánimes en hacer rey a David. (I Crónicas 12, 39)

  • Y cuando oigas el ruido de pasos en la copa de las balsameras, saldrás a la batalla, porque Dios sale delante de ti para derrotar el campamento de los filisteos.» (I Crónicas 14, 15)

  • Salieron a campaña los ammonitas y se ordenaron en batalla a la entrada de la ciudad, mientras que los reyes que habían venido estaban aparte en el campo. (I Crónicas 19, 9)

  • Puso el resto del ejército al mando de su hermano Abisay y lo ordenó en batalla frente a los ammonitas. (I Crónicas 19, 11)


“Desapegue-se daquilo que não é de Deus e não leva a Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina