Encontrados 139 resultados para: Miedo

  • Pues ni el escondrijo que les protegía les libraba del miedo; que también allí resonaban ruidos escalofriantes y se aparecían espectros sombríos de lúgubre aspecto. (Sabiduría 17, 4)

  • se morían de miedo, y rehusaban mirar aquel aire que de ninguna manera podían evitar. (Sabiduría 17, 10)

  • pues no es otra cosa el miedo sino el abandono del apoyo que presta la reflexión; (Sabiduría 17, 12)

  • al invadirles un miedo repentino e inesperado, se vieron, de un lado, perseguidos de espectrales apariciones y, de otro, paralizados por el abandono de su alma. (Sabiduría 17, 15)

  • Pues, al principio, le llevará por recovecos, miedo y pavor hará caer sobre él, con su disciplina le atormentará hasta que tenga confianza en su alma y le pondrá a prueba con sus preceptos, (Eclesiástico 4, 17)

  • Ponte lejos del hombre que es capaz de matar, y no experimentarás miedo a la muerte. Si te acercas a él, no te descuides, para que no te quite la vida. Date cuenta de que pasas entre lazos y que caminas sobre el muro de la ciudad. (Eclesiástico 9, 13)

  • Estacas plantadas en altura no resisten al viento; así el corazón del necio, falto de reflexión, ante un miedo cualquiera no resiste. (Eclesiástico 22, 18)

  • El varón de consejo no descuida la reflexión, el extraño y el orgulloso no se encogen de miedo. (Eclesiástico 32, 18)

  • Quien teme al Señor de nada tiene miedo, y no se intimida, porque él es su esperanza. (Eclesiástico 34, 14)

  • Sus reflexiones, el miedo de su corazón es la idea del futuro, el día de la muerte. (Eclesiástico 40, 2)

  • desde el que lleva púrpura y corona, hasta el que se cubre de tela grosera, sólo furor, envidia, turbación, inquietud, miedo a la muerte, resentimiento y discordia. (Eclesiástico 40, 4)

  • Una hija es para el padre un secreto desvelo, aleja el sueño la inquietud por ella. En su juventud, miedo a que se le pase la edad, si está casada, a que sea aborrecida. (Eclesiástico 42, 9)


“Dirás tu o mais belo dos credos quando houver noite em redor de ti, na hora do sacrifício, na dor, no supremo esforço duma vontade inquebrantável para o bem. Este credo é como um relâmpago que rasga a escuridão de teu espírito e no seu brilho te eleva a Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina