Encontrados 1244 resultados para: bajo su mano

  • con tal que permanezcáis sólidamente cimentados en la fe, firmes e inconmovibles en la esperanza del Evangelio que oísteis, que ha sido proclamado a toda criatura bajo el cielo y del que yo, Pablo, he llegado a ser ministro. (Colosenses 1, 23)

  • El saludo va de mi mano, Pablo. Acordaos de mis cadenas. La gracia sea con vosotros. (Colosenses 4, 18)

  • El saludo va de mi mano, Pablo. Esta es la firma en todas mis cartas; así escribo. (II Tesalonicenses 3, 17)

  • Todos los que estén como esclavos bajo el yugo de la servidumbre consideren a sus dueños como dignos de todo respeto, para que no se blasfeme del nombre de Dios y de la doctrina. (I Timoteo 6, 1)

  • Y también: Tú al comienzo, ¡oh Señor!, pusiste los cimientos de la tierra, y obras de tu mano son los cielos. (Hebreos 1, 10)

  • mientras éste lo fue bajo juramento por Aquel que le dijo: «Juró el Señor y no se arrepentirá: Tú eres sacerdote para siempre» - (Hebreos 7, 21)

  • no como la Alianza que hice con sus padres el día en que los tomé de la mano para sacarlos de la tierra de Egipto. Como ellos no permanecieron fieles a mi Alianza, también yo me desentendí de ellos, dice el Señor. (Hebreos 8, 9)

  • Pero presentóse Cristo como Sumo Sacerdote de los bienes futuros, a través de una Tienda mayor y más perfecta, no fabricada por mano de hombre, es decir, no de este mundo. (Hebreos 9, 11)

  • Pues no penetró Cristo en un santuario hecho por mano de hombre, en una reproducción del verdadero, sino en el mismo cielo, para presentarse ahora ante el acatamiento de Dios en favor nuestro, (Hebreos 9, 24)

  • Humillaos, pues, bajo la poderosa mano de Dios para que, llegada la ocasión, os ensalce; (I Pedro 5, 6)

  • y además que a los ángeles, que no mantuvieron su dignidad, sino que abandonaron su propia morada, los tiene guardados con ligaduras eternas bajo tinieblas para el juicio del gran Día. (Judas 1, 6)

  • Tenía en su mano derecha siete estrellas, y de su boca salía una espada aguda de dos filos; y su rostro, como el sol cuando brilla con toda su fuerza. (Apocalipsis 1, 16)


“O Anjo de Deus não nos abandona jamais.” São Padre Pio de Pietrelcina