Encontrados 986 resultados para: batallas de David

  • La gente del rey y la tropa que estaba en Jerusalén, en la Ciudad de David, recibieron la denuncia de que unos hombres que habían rechazado el mandato del rey habían bajado a los lugares ocultos del desierto. (I Macabeos 2, 31)

  • David, por su piedad, heredó un trono real para siempre. (I Macabeos 2, 57)

  • El dilató la gloria de su pueblo; como gigante revistió la coraza y se ciñó sus armas de guerra. Empeñó batallas, protegiendo al ejército con su espada, (I Macabeos 3, 3)

  • Su nombre llegó hasta el rey y en todos los pueblos se comentaban las batallas de Judas. (I Macabeos 3, 26)

  • y cuando vio aquel poderoso ejército, oró diciendo: «Bendito seas, Salvador de Israel, que quebraste el ímpetu del poderoso guerrero por mano de tu siervo David y entregaste el ejército de los filisteos en manos de Jonatán, hijo de Saúl, y de su escudero. (I Macabeos 4, 30)

  • Cayeron unos quinientos hombres del ejército de Nicanor y los demás huyeron a la Ciudad de David. (I Macabeos 7, 32)

  • En sus días se consiguió felizmente por su medio exterminar a los gentiles de su país y a los que se encontraban en la Ciudad de David, en Jerusalén, donde se habían hecho una Ciudadela desde la que hacían salidas y mancillaban los alrededores del Lugar Santo causando graves ultrajes a su santidad. (I Macabeos 14, 36)

  • Lo mismo se narraba también en los archivos y en las Memorias del tiempo de Nehemías; y cómo éste, para fundar una biblioteca, reunió los libros referentes a los reyes y a los profetas, los de David y las cartas de los reyes acerca de las ofrendas. (II Macabeos 2, 13)

  • Proberbios de Salomón, hijo de David, rey de Israel: (Proverbios 1, 1)

  • Palabras de Cohélet, hijo de David, rey en Jerusalén. (Eclesiastés 1, 1)

  • Tu cuello, la torre de David, erigida para trofeos: mil escudos penden de ella, todos paveses de valientes. (Cantar 4, 4)

  • Hubo también alianza con David, hijo de Jesé, de la tribu de Judá, herencia real de hijo a hijo sólo, mientras la herencia de Aarón pasa a todo su linaje. (Eclesiástico 45, 25)


“Devemos odiar os nossos pecados, visto que o amor ao Senhor significa paz”. São Padre Pio de Pietrelcina