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El se acercó y le besó, y al aspirar Isaac el aroma de sus ropas, le bendijo diciendo: «Mira, el aroma de mi hijo como el aroma de un campo, que ha bendecido Yahveh. (Génesis 27, 27)
Jacob besó a Raquel y luego estalló en sollozos. (Génesis 29, 11)
A la mañana siguiente, Labán besó a sus hijos e hijas, les bendijo y se volvió a su lugar. (Génesis 32, 1)
Esaú, a su vez, corrió a su encuentro, le abrazó, se le echó al cuello, le besó y lloró. (Génesis 33, 4)
Luego besó a todos sus hermanos, llorando sobre ellos; después de lo cual sus hermanos estuvieron conversando con él. (Génesis 45, 15)
Los ojos de Jacob se habían nublado por la vejez y no podía ver. Acercóselos, pues, y él los besó y los abrazó. (Génesis 48, 10)
José cayó sobre el rostro de su padre, lloró sobre él y lo besó. (Génesis 50, 1)
Dijo Yahveh a Aarón: «Vete al desierto al encuentro de Moisés.» Partió, pues, y le encontró en el monte de Dios y le besó. (Exodo 4, 27)
Moisés salió al encuentro de su suegro, se postró y le besó. Se saludaron ambos y entraron en la tienda. (Exodo 18, 7)
Que Yahveh os conceda encontrar vida apacible en la casa de un marido.» Y las besó. Pero ellas rompieron a llorar, (Rut 1, 9)
Ellas rompieron a llorar de nuevo; después Orpá besó a su suegra y se volvió a su pueblo, pero Rut se quedó junto a ella. (Rut 1, 14)
Tomó Samuel el cuerno de aceite y lo derramó sobre la cabeza de Saúl, y después le besó diciendo: «¿No es Yahveh quien te ha ungido como jefe de su pueblo Israel? Tú regirás al pueblo de Yahveh y le librarás de la mano de los enemigos que le rodean. Y ésta será para ti la señal de que Yahveh te ha ungido como caudillo de su heredad. (I Samuel 10, 1)