Encontrados 37 resultados para: conciencia

  • Mas no todos tienen este conocimiento. Pues algunos, acostumbrados hasta ahora al ídolo, comen la carne como sacrificada a los ídolos, y su conciencia, que es débil, se mancha. (I Corintios 8, 7)

  • En efecto, si alguien te ve a ti, que tienes conocimiento, sentado a la mesa en un templo de ídolos, ¿no se creerá autorizado por su conciencia, que es débil, a comer de lo sacrificado a los ídolos? (I Corintios 8, 10)

  • Y pecando así contra vuestros hermanos, hiriendo su conciencia, que es débil, pecáis contra Cristo. (I Corintios 8, 12)

  • Comed todo lo que se vende en el mercado sin plantearos cuestiones de conciencia; (I Corintios 10, 25)

  • Si un infiel os invita y vosotros aceptáis, comed todo lo que os presente sin plantearos cuestiones de conciencia. (I Corintios 10, 27)

  • Mas si alguien os dice: «Esto ha sido ofrecido en sacrificio», no lo comáis, a causa del que lo advirtió y por motivos de conciencia. (I Corintios 10, 28)

  • No me refiero a tu conciencia, sino a la del otro; pues ¿cómo va a ser juzgada la libertad de mi conciencia por una conciencia ajena? (I Corintios 10, 29)

  • El motivo de nuestro orgullo es el testimonio de nuestra conciencia, de que nos hemos conducido en el mundo, y sobre todo respecto de vosotros, con la santidad y la sinceridad que vienen de Dios, y no con la sabiduría carnal, sino con la gracia de Dios. (II Corintios 1, 12)

  • Antes bien, hemos repudiado el silencio vergonzoso no procediendo con astucia, ni falseando la Palabra de Dios; al contrario, mediante la manifestación de la verdad nos recomendamos a nosotros mismos a toda conciencia humana delante de Dios. (II Corintios 4, 2)

  • El fin de este mandato es la caridad que procede de un corazón limpio, de una conciencia recta y de una fe sincera. (I Timoteo 1, 5)

  • conservando la fe y la conciencia recta; algunos, por haberla rechazado, naufragaron en la fe; (I Timoteo 1, 19)

  • que guarden el Misterio de la fe con una conciencia pura. (I Timoteo 3, 9)


Jesus lhe quer bem, da maneira que só Ele sabe amar.” São Padre Pio de Pietrelcina