Encontrados 135 resultados para: decían

  • Mis vecinos se burlaban y decían: «Todavía no ha aprendido. (Pues, en efecto, ya habían querido matarme por un hecho semejante.) Apenas si pudo escapar y ya vuelve a sepultar a los muertos.» (Tobías 2, 8)

  • Y con todo, a Dios decían: «¡Lejos de nosotros, no queremos conocer tus caminos! (Job 21, 14)

  • Los que decían a Dios: «¡Apártate de nosotros! ¿Qué puede hacernos Sadday?» (Job 22, 17)

  • ¿No decían las gentes de mi tienda: «¿Hay alguien que no se haya hartado con su carne?» (Job 31, 31)

  • Acuérdate, Yahveh, contra los hijos de Edom, del día de Jerusalén, cuando ellos decían: ¡Arrasad, arrasadla hasta sus cimientos! (Salmos 137, 7)

  • pues decían: «Un sacerdote del linaje de Aarón ha venido con el ejército: no nos hará ningún mal.» (I Macabeos 7, 14)

  • La fama de los romanos llegó a oídos de Judas. Decían que eran poderosos, se mostraban benévolos con todos los que se les unían, establecían amistad con cuantos acudían a ellos (I Macabeos 8, 1)

  • Todos los gentiles circunvecinos trataban de aniquilarles: «No tienen jefe - decían - ni quien les ayude. Esta es la ocasión de atacarles y borrar su recuerdo de entre los hombres.» (I Macabeos 12, 53)

  • «No nos trates, le decían, según nuestras maldades, sino según tu misericordia.» (I Macabeos 13, 46)

  • Cuando quedó totalmente inutilizado, pero respirando todavía, mandó que le acercaran al fuego y le tostaran en la sartén. Mientras el humo de la sartén se difundía lejos, los demás hermanos junto con su madre se animaban mutuamente a morir con generosidad, y decían: (II Macabeos 7, 5)

  • Yo lo pondré en la mano de los que te afligían, de los que a ti misma te decían: «Póstrate para que pasemos», y tú pusiste tu espalda como suelo y como calle de los que pasaban. (Isaías 51, 23)

  • Los sacerdotes no decían: «¿Dónde está Yahveh?»; ni los peritos de la Ley me conocían; y los pastores se rebelaron contra mí, y los profetas profetizaban por Baal, y en pos de los Inútiles andaban. (Jeremías 2, 8)


“Tenhamos sempre horror ao pecado mortal e nunca deixemos de caminhar na estrada da santa eternidade.” São Padre Pio de Pietrelcina