Encontrados 214 resultados para: destrucción del templo

  • Había un hombre, tullido desde su nacimiento, al que llevaban y ponían todos los días junto a la puerta del Templo llamada Hermosa para que pidiera limosna a los que entraban en el Templo. (Hechos 3, 2)

  • Este, al ver a Pedro y a Juan que iban a entrar en el Templo, les pidió una limosna. (Hechos 3, 3)

  • y de un salto se puso en pie y andaba. Entró con ellos en el Templo andando, saltando y alabando a Dios. (Hechos 3, 8)

  • le reconocían, pues él era el que pedía limosma sentado junto a la puerta Hermosa del Templo. Y se quedaron llenos de estupor y asombro por lo que había sucedido. (Hechos 3, 10)

  • Estaban hablando al pueblo, cuando se les presentaron los sacerdotes, el jefe de la guardia del Templo y los saduceos, (Hechos 4, 1)

  • «Id, presentaos en el Templo y decid al pueblo todo lo referente a esta Vida.» (Hechos 5, 20)

  • Obedecieron, y al amanecer entraron en el Templo y se pusieron a enseñar. Llegó el Sumo Sacerdote con los suyos, convocaron el Sanedrín y todo el Senado de los hijos de Israel, y enviaron a buscarlos a la cárcel. (Hechos 5, 21)

  • Cuando oyeron esto, tanto el jefe de la guardia del Templo como los sumos sacerdotes se preguntaban perplejos qué podía significar aquello. (Hechos 5, 24)

  • Se presentó entonces uno que les dijo: «Mirad, los hombres que pusisteis en prisión están en el Templo y enseñan al pueblo.» (Hechos 5, 25)

  • Y no cesaban de enseñar y de anunciar la Buena Nueva de Cristo Jesús cada día en el Templo y por las casas. (Hechos 5, 42)

  • El sacerdote del templo de Zeus que hay a la entrada de la ciudad, trajo toros y guirnaldas delante de las puertas y a una con la gente se disponía a sacrificar. (Hechos 14, 13)

  • Y esto no solamente trae el peligro de que nuestra profesión caiga en descrédito, sino también de que el templo de la gran diosa Artemisa sea tenido en nada y venga a ser despojada de su grandeza aquella a quien adora toda el Asia y toda la tierra.» (Hechos 19, 27)


“Tenhamos sempre horror ao pecado mortal e nunca deixemos de caminhar na estrada da santa eternidade.” São Padre Pio de Pietrelcina