Encontrados 173 resultados para: historia de Moab

  • Benaías, hijo de Yehoyadá, hombre valeroso y pródigo en hazañas, de Cabseel, fue el que mató a los dos héroes de Moab; el que bajó y mató al león dentro del pozo, un día de nieve. (II Samuel 23, 20)

  • Entonces edificó Salomón un altar a Kemós, monstruo abominable de Moab, sobre el monte que está frente a Jerusalén, y a Milkom, monstruo abominable de los ammonitas. (I Reyes 11, 7)

  • porque me ha abandonado y se ha postrado ante Astarté, diosa de los sidonios, ante Kemós, dios de Moab, y ante Milkom, dios de los ammonitas, y no ha seguido mis caminos haciendo lo que es justo a mis ojos, ni mis decretos ni mis sentencias como su padre David. (I Reyes 11, 33)

  • Después de la muerte de Ajab, Moab se rebeló contra Israel. (II Reyes 1, 1)

  • Mesá, rey de Moab, era pastor de ovejas y pagaba al rey de Israel 100.000 corderos y 100.000 carneros con su lana; (II Reyes 3, 4)

  • pero a la muerte de Ajab, el rey de Moab se rebeló contra el rey de Israel. (II Reyes 3, 5)

  • Fue y envió a decir a Josafat, rey de Judá: «El rey de Moab se ha rebelado contra mí. ¿Quieres venir conmigo a la guerra contra Moab?» Respondió: «Subiré. Yo seré como tú; mi pueblo como tu pueblo, mis caballos como tus caballos.» (II Reyes 3, 7)

  • El rey de Israel dijo: «¡Ay! Que Yahveh ha llamado a estos tres reyes para entregarlos en manos de Moab!» (II Reyes 3, 10)

  • Dijo Eliseo al rey de Israel: «¿Qué tengo que ver yo contigo? ¡Vete a los profetas de tu padre y a los profetas de tu madre!» Respondió el rey de Israel: «Es que Yahveh ha llamado a estos tres reyes para entregarlos en manos de Moab.» (II Reyes 3, 13)

  • Y aún es poco esto a los ojos de Yahveh, pues entregaré a Moab en vuestras manos (II Reyes 3, 18)

  • Habiendo oído todo Moab que subían los reyes para hacerles la guerra, convocaron a todos, desde los que empezaban a ceñir espada en adelante, y se apostaron en la frontera. (II Reyes 3, 21)

  • y exclamaron: «Es sangre; sin duda los reyes se han matado entre sí y se han herido unos a otros. Conque ¡al botín, Moab!» (II Reyes 3, 23)


“Não há nada mais inaceitável do que uma mulher caprichosa, frívola e arrogante, especialmente se é casada. Uma esposa cristã deve ser uma mulher de profunda piedade em relação a Deus, um anjo de paz na família, digna e agradável em relação ao próximo.” São Padre Pio de Pietrelcina