Encontrados 177 resultados para: ovejas

  • Aún estaba él hablando con ellos, cuando llegó Raquel con las ovejas de su padre, pues era pastora. (Génesis 29, 9)

  • En cuanto vio Jacob a Raquel, hija de Labán, el hermano de su madre, y las ovejas de Labán, hermano de su madre, acercóse Jacob y revolvió la piedra de sobre la boca y abrevó los ovejas de Labán, el hermano de su madre. (Génesis 29, 10)

  • Y aquel mismo día apartó los machos cabríos listados y manchados, todo lo que tenía en sí algo de blanco, así como todo lo negro entre las ovejas, y lo confió a sus hijos, (Génesis 30, 35)

  • Si él decía: Tu paga serán las reses pintas, entonces todas las ovejas parían pintas. Y si decía: Tu paga será lo listado, entonces todas las ovejas parían listado. (Génesis 31, 8)

  • Como Labán había ido a esquilar sus ovejas, Raquel robó los ídolos familiares que tenía su padre, (Génesis 31, 19)

  • En veinte años que llevo contigo, tus ovejas y tus cabras nunca han malparido, y los machos de tu rebaño nunca me los he comido. (Génesis 31, 38)

  • Estos fueron mis veinte años en tu casa. Catorce años te serví por tus dos hijas, y seis por tus ovejas, y tú has cambiado mi paga diez veces. (Génesis 31, 41)

  • Respondió Labán y dijo a Jacob: «Estas hijas son mías, estos hijos son mis hijos, y estas ovejas mis ovejas, todo cuanto ves, mío es. Y, ¿qué voy a hacerles hoy a estas mis hijas?, ¿o a los hijos que me dieron? (Génesis 31, 43)

  • Me hice con bueyes, asnos, ovejas, siervos y siervas; y ahora mando a avisar a mi señor, para hallar gracia a sus ojos.» (Génesis 32, 6)

  • Jacob se asustó mucho y se llenó de angustia; dividió a sus gentes, las ovejas, vacas y camellos, en dos campementos, (Génesis 32, 8)

  • consistente en doscientas cabras y veinte machos cabríos, doscientas ovejas y veinte carneros, (Génesis 32, 15)

  • El le dijo: «Mi señor sabe que los niños son tiernos, y que tengo conmigo ovejas y vacas criando; un día de ajetreo bastaría para que muriese todo el rebaño. (Génesis 33, 13)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina