Encontrados 353 resultados para: piedras grandes

  • El pueblo fue a Betel y allí permaneció delante de Dios hasta la tarde clamando y llorando con grandes gemidos. (Jueces 21, 2)

  • Los hombres de Israel decían: «¿Habéis visto a este hombre que sube? Sube a provocar a Israel. A quien lo mate colmará el rey de grandes riquezas y le dará su hija y librará de tributo la casa de su padre en Israel.» (I Samuel 17, 25)

  • Habló Jonatán a Saúl su padre en favor de David y dijo: «No peque el rey contra su siervo David, porque él no ha pecado contra ti, sino que te ha hecho grandes servicios. (I Samuel 19, 4)

  • y llevándose las mujeres y cuanto allí había, pequeños y grandes. No mataron a nadie, sino que se los llevaron cautivos y se fueron por su camino. (I Samuel 30, 2)

  • He estado contigo dondequiera has ido, he eliminado de delante de ti a todos tus enemigos y voy a hacerte un nombre grande como el nombre de los grandes de la tierra: (II Samuel 7, 9)

  • Has realizado todas estas grandes cosas según tu palabra y tu corazón, par dárselo a conocer a tu siervo. (II Samuel 7, 21)

  • ¿Qué otro pueblo hay en la tierra como tu pueblo Israel a quien un dios haya ido a rescatar para hacerle su pueblo, dándole renombre y haciendo en su favor grandes y terribles cosas, expulsando de delante de tu pueblo, al que rescataste de Egipto, a naciones y dioses extraños? (II Samuel 7, 23)

  • Tiraba piedras a David y a todos los servidores del rey, mientras toda la gente y todos los servidores se colocaban a derecha e izquierda. (II Samuel 16, 6)

  • Y David y sus hombres prosiguieron su camino, mientras Semeí marchaba por el flanco de la montaña, paralelo a él; iba malcidiendo, tirando piedras y arrojandos polvo. (II Samuel 16, 13)

  • Tomaron a Absalón, le echaron en el bosque en un gran hoyo y pusieron encima un gran montón de piedras; y todo Israel huyó, cada uno a su tienda. (II Samuel 18, 17)

  • El rey, tapado el rostro, decía con grandes gemidos: «¡Hijo mío, Absalón; Absalón, hijo mío, hijo mío!» (II Samuel 19, 5)

  • El hace grandes las victorias de su rey y muestra su amor a su ungido, a David y su linaje para siempre. (II Samuel 22, 51)


“Pense na felicidade que está reservada para nós no Paraíso”. São Padre Pio de Pietrelcina