Encontrados 162 resultados para: Cuarenta

  • Yo me postré ante el Señor y así permanecí los cuarenta días y las cuarenta noches, pues el Señor pensaba destruiros. (Deuteronomio 9, 25)

  • Yo estuve en la montaña, como la primera vez, cuarenta días y cuarenta noches. El Señor me escuchó todavía esta vez y renunció a vuestra destrucción. (Deuteronomio 10, 10)

  • Podrá darle hasta cuarenta golpes, pero no más, para que no sufra un castigo demasiado duro y se sienta humillado ante vosotros. (Deuteronomio 25, 3)

  • Durante cuarenta años os he hecho caminar por el desierto, sin que se os hayan gastado los vestidos y el calzado. (Deuteronomio 29, 4)

  • Unos cuarenta mil, armados y listos para la guerra, pasaron ante el Señor para combatir en las llanuras de Jericó. (Josué 4, 13)

  • como los israelitas anduvieron por el desierto cuarenta años, ya habían muerto los que salieron de Egipto en edad militar. Porque no obedecieron al Señor, el Señor les había jurado que no les dejaría ver la tierra que él había prometido a sus padres, tierra que mana leche y miel. (Josué 5, 6)

  • Yo tenía cuarenta años cuando Moisés, siervo del Señor, me envió a Cades Barne a explorar el país, y yo le informé con toda sinceridad. (Josué 14, 7)

  • Y el Señor me ha conservado la vida, según su palabra, estos cuarenta y cinco años transcurridos desde cuando el Señor anunció esto a Moisés, mientras Israel peregrinaba por el desierto, y ahora tengo ochenta y cinco años. (Josué 14, 10)

  • Suma total de las ciudades cedidas a los levitas en medio del territorio de los israelitas: cuarenta y ocho ciudades con sus ejidos. (Josué 21, 41)

  • Así el país estuvo en paz durante cuarenta años. (Jueces 3, 11)

  • Aquel día Moab quedó derrotado bajo la mano de Israel, y la tierra estuvo en paz durante cuarenta años. (Jueces 3, 30)

  • Se preferían dioses extranjeros; la guerra llegaba ya a las puertas; apenas se veía un escudo o una lanza entre los cuarenta mil de Israel. (Jueces 5, 8)


“Subamos sem nos cansarmos, sob a celeste vista do Salvador. Distanciemo-nos das afeições terrenas. Despojemo-nos do homem velho e vistamo-nos do homem novo. Aspiremos à felicidade que nos está reservada.” São Padre Pio de Pietrelcina