Encontrados 106 resultados para: Elías

  • Elías, al oírlo, se cubrió el rostro con su capa, salió fuera y se quedó de pie a la entrada de la cueva. Y una voz le preguntó: "¿Qué haces aquí, Elías?". (I Reyes 19, 13)

  • Elías se fue de allí en busca de Eliseo, al que encontró arando. Tenía delante de sí doce yuntas de bueyes, y él araba con la duodécima. Elías pasó junto a él y le echó encima su capa. (I Reyes 19, 19)

  • Eliseo, entonces, dejó los bueyes, corrió detrás de Elías y le dijo: "Déjame dar un beso a mi padre y a mi madre, y luego te seguiré". Elías respondió: "Anda, vuélvete; pero ten en cuenta lo que he hecho contigo". (I Reyes 19, 20)

  • Se apartó de Elías, tomó la yunta de bueyes y la inmoló; y con los aperos de los bueyes coció la carne y la repartió a la gente para que la comiera. Luego se levantó, siguió a Elías y fue su servidor. (I Reyes 19, 21)

  • Entonces el Señor dijo a Elías, el tesbita: (I Reyes 21, 17)

  • Ajab dijo a Elías: "¿Así que me has sorprendido, enemigo mío?". "Sí, te he sorprendido -respondió Elías-; por haberte prestado a hacer lo que es malo a los ojos del Señor, (I Reyes 21, 20)

  • Entonces el Señor dijo a Elías, el tesbita: (I Reyes 21, 28)

  • Entonces el ángel del Señor dijo a Elías, el tesbita: "Anda al encuentro de los mensajeros del rey de Samaría y diles: ¿Es que no hay Dios en Israel, para que vayáis a consultar a Belcebú, dios de Ecrón? (II Reyes 1, 3)

  • Pues esto dice el Señor: Ya no te levantarás de la cama, sino que morirás sin remedio". Y Elías se fue. (II Reyes 1, 4)

  • Le respondieron: "Era un hombre velludo y con una correa de cuero ceñida a la cintura". "Es Elías, el tesbita", exclamó el rey. (II Reyes 1, 8)

  • Entonces le envió un capitán con sus cincuenta soldados. Llegó éste donde Elías, que estaba sentado en la cima del monte, y le dijo: "Hombre de Dios, el rey ordena que vayas". (II Reyes 1, 9)

  • Elías le respondió: "Si yo soy un hombre de Dios, que baje fuego del cielo y te devore a ti y a tus cincuenta". Bajó fuego del cielo, y lo devoró a él y a sus cincuenta. (II Reyes 1, 10)


“Sejam como pequenas abelhas espirituais, que levam para sua colméia apenas mel e cera. Que, por meio de sua conversa, sua casa seja repleta de docilidade, paz, concórdia, humildade e piedade!” São Padre Pio de Pietrelcina