Encontrados 462 resultados para: Hacía

  • Desde Tapúaj, la frontera iba hacia occidente, por el arroyo de Caná, y terminaba en el mar. Tal era la heredad de la tribu de Efraín, por clanes, (Josué 16, 8)

  • La frontera de Manasés iba de Aser a Micmetat, frente a Siquén; seguía a la derecha hacia Yasib, a la fuente de Tapúaj. (Josué 17, 7)

  • Después la frontera bajaba hacia el arroyo de Caná. Al sur del arroyo estaban las ciudades de Egreín; el territorio de Manasés estaba al norte del arroyo y terminaba en el mar. (Josué 17, 9)

  • Su frontera por el norte partía del Jordán, subía por la pendiente norte de Jericó, cruzaba la montaña, hacia occidente, y terminaba en el desierto de Bet Avén; (Josué 18, 12)

  • Volvía, plegándose por el oeste hacia el sur, desde la montaña que está frente a Bejorón, al sur, y terminaba en Quiriat Yearín, ciudad de Judá. Éste era el límite occidental. (Josué 18, 14)

  • Por el sur la frontera partía del extremo de Quiriat Yearín, iba hacia Gasín y llegaba cerca de las aguas de la fuente de Neftoaj; (Josué 18, 15)

  • bajaba al final de la montaña que está frente al valle de Ben-Hinnón, al norte de la llanura de los refaimitas, y por el valle de Ben-Hinnón, al lado de los jebuseos, hacia el sur, hasta En Rogel; (Josué 18, 16)

  • subía por el oeste, hacia Maralá, tocaba Daberat y llegaba al arroyo que está frente a Yocneán; (Josué 19, 11)

  • desde Sarid torcía al oriente al sol levante, hasta el límite de Quislot Tabor, se dirigía hacia Daberat y subía a Yafia; (Josué 19, 12)

  • allí pasaba en dirección a Jéfer, por Itacasín, subía hacia Remón y volvía hacia Neá. (Josué 19, 13)

  • Volvía por el norte, hacia Anatón, y terminaba en el valle de Yeftael. (Josué 19, 14)

  • volvía hacia Ramá y hasta la plaza fuerte de Tiro; pasaba por Josá, y terminaba en el mar; Majaleb, Acziba, (Josué 19, 29)


“Se quisermos colher é necessário não só semear, mas espalhar as sementes num bom campo. Quando as sementes se tornarem plantas, devemos cuidá-las para que as novas plantas não sejam sufocadas pelas ervas daninhas.” São Padre Pio de Pietrelcina