Encontrados 72 resultados para: Interior
El año 153, en el segundo mes, Alcimo mandó derribar el muro del atrio interior del templo, destruyendo así la obra de los profetas. Ya se había comenzado a demoler, (I Macabeos 9, 54)
No se podía mirar el rostro del sumo sacerdote sin quedar estremecido, pues su aspecto y su palidez demostraban la angustia de su interior. (II Macabeos 3, 16)
El que odia se enmascara con sus palabras, pero en su interior aloja la perfidia; (Proverbios 26, 24)
Hay quien camina encorvado por la pena, pero en su interior no hay más que falsedad. (Eclesiástico 19, 26)
El insensato curiosea desde la puerta el interior, el educado se queda fuera. (Eclesiástico 21, 23)
El rencor y la cólera son aborrecibles, el hombre pecador los guarda en su interior. (Eclesiástico 27, 30)
Mi alma te ansía por la noche, y mi espíritu, en mi interior, te espera a la mañana; pues cuando tus juicios se ejecutan en la tierra, aprenden justicia los habitantes del mundo. (Isaías 26, 9)
Ésta es la alianza que haré con la casa de Israel después de aquellos días -dice el Señor-: pondré mi ley en su interior, la escribiré en su corazón, y seré su Dios y ellos serán mi pueblo. (Jeremías 31, 33)
¡Mira, Señor, en qué angustia me encuentro! Mis entrañas se estremecen, mi corazón se consume en mi interior, pues he sido muy rebelde. Fuera la espada hacía estragos, y dentro la muerte. (Lamentaciones 1, 20)
Les pasa lo mismo que a las vigas del templo, cuyo interior, como dicen, está carcomido por la polilla. A los gusanos que suben del suelo y los devoran a ellos y sus vestidos no los sienten. (Baruc 6, 19)
Alargó una especie de mano, me agarró por los cabellos y el espíritu me elevó entre la tierra y el cielo y me llevó, en visiones divinas, a Jerusalén, a la entrada de la puerta interior que da al norte, allí donde estaba situado el ídolo que provoca los celos. (Ezequiel 8, 3)
Y me llevó al atrio interior del templo del Señor. A la entrada del templo del Señor, entre el vestíbulo y el altar, veinticinco hombres, vueltas sus espaldas al santuario del Señor y sus rostros a oriente, se postraban hacia oriente ante el sol. (Ezequiel 8, 16)