Encontrados 56 resultados para: Levantaron

  • Etonces tomó a su hijo primogénito, el que debía sucederle en el trono, y lo ofreció en holocausto sobre la muralla. Sobrevino una gran indignación contra los israelitas, los cuales levantaron el campamento y volvieron a su tierra. (II Reyes 3, 27)

  • Y para salvar sus vidas, se levantaron y se dieron a la fuga al anochecer, abandonando sus tiendas, sus caballos, sus asnos y el campamento, tal como estaba. (II Reyes 7, 7)

  • levantaron estelas y cipos sagrados sobre toda colina elevada y bajo cualquier árbol frondoso, (II Reyes 17, 10)

  • Entonces todo el pueblo, chicos y grandes, y los jefes de las milicias se levantaron y huyeron a Egipto, porque tenían miedo a los caldeos. (II Reyes 25, 26)

  • Se levantaron de madrugada y salieron hacia el desierto de Técoa. Cuando salían, Josafat se adelantó y dijo: "Escuchadme, habitantes de Judá y de Jerusalén. Tened confianza en el Señor, Dios nuestro, y estaréis seguros; tened fe en sus profetas, y triunfaréis". (II Crónicas 20, 20)

  • Levantaron el altar sobre sus mismos cimientos, a pesar del miedo que tenían a la población del país, y ofrecieron en él holocaustos al Señor: los holocaustos de la mañana y de la tarde. (Esdras 3, 3)

  • Ellos se levantaron y no le vieron más. (Tobías 12, 21)

  • Cuando Judit se presentó ante él y sus ayudantes, todos se quedaron maravillados de la belleza de su rostro. Ella se postró en tierra, pero los ayudantes la levantaron. (Judit 10, 23)

  • Apareció después una luz, que se transformó en sol. Los oprimidos se levantaron y devoraron a los poderosos. (Ester 11, 11)

  • Los extranjeros levantaron la mirada y, al ver que los judíos se dirigían contra ellos, (I Macabeos 4, 12)

  • Tomaron piedras sin labrar, según la ley, y levantaron un altar igual que el primero. (I Macabeos 4, 47)

  • El 25 del mes noveno, el de quisleu, del año 148, se levantaron al alba (I Macabeos 4, 52)


“Você deve ter sempre prudência e amor. A prudência tem olhos; o amor tem pernas. O amor, como tem pernas, gostaria de correr a Deus. Mas seu impulso de deslanchar na direção dEle é cego e, algumas vezes, pode tropeçar se não for guiado pela prudência, que tem olhos.” São Padre Pio de Pietrelcina