Encontrados 466 resultados para: Segundo Libro de Samuel

  • Querido Teófilo: En mi primer libro traté de todo lo que Jesús hizo y enseñó desde el principio (Hechos 1, 1)

  • Porque está escrito en el libro de los Salmos: Que su morada se convierta en un desierto y no haya quien habite en ella. Y: que ocupe otro su cargo. (Hechos 1, 20)

  • Todos los profetas que hablaron, a partir de Samuel, anunciaron estos días. (Hechos 3, 24)

  • y lo libró de todas sus tribulaciones; le dio una gran sabiduría, con lo que se ganó el favor del Faraón, rey de Egipto, que lo hizo gobernador de Egipto y de toda la casa real. (Hechos 7, 10)

  • Dios, entonces, les volvió las espaldas y los entregó al culto de los astros, como está escrito en el libro de los profetas: ¿Me ofrecisteis sacrificios y ofrendas en el desierto durante cuarenta años, casa de Israel? (Hechos 7, 42)

  • al cabo de unos cuatrocientos cincuenta años. Después de esto, les dio jueces hasta el profeta Samuel. (Hechos 13, 20)

  • Dios la ha cumplido en nosotros, sus hijos, resucitando a Jesús, según está escrito en el salmo segundo: Tú eres mi hijo, yo te he engendrado hoy. (Hechos 13, 33)

  • Le acompañaban Sópatros, hijo de Pirro, de Berea; Aristarco y Segundo, de Tesalónica; Gayo, de Derbe, y Timoteo; y los asiáticos Tíquico y Trófimo. (Hechos 20, 4)

  • Como dice en el libro de Oseas: Llamaré al que no es mi pueblo, pueblo mío; y a la no amada, amada. (Romanos 9, 25)

  • Y así Dios ha puesto en la Iglesia en primer lugar a los apóstoles; en segundo lugar, a los profetas; en tercero, a los maestros; luego, los que tienen el poder de hacer milagros; después, los que tienen el don de curar, de asistir a los necesitados, de gobernar, de hablar lenguas extrañas. (I Corintios 12, 28)

  • El primer hombre, sacado de la tierra, es terrestre; el segundo, por el contrario, del cielo. (I Corintios 15, 47)

  • Él es quien nos libró de aquel peligro mortal y nos seguirá librando. Esperamos que lo siga haciendo en adelante (II Corintios 1, 10)


“Viva sempre sob o olhar do Bom Pastor e você ficara’ imune aos pastos contaminados.” São Padre Pio de Pietrelcina