Encontrados 97 resultados para: Trigo

  • Las cosas indispensables para la vida del hombre son: el agua y el fuego, el hierro y la sal, la harina de trigo, la leche y la miel, el jugo de racimo, el aceite y el vestido. (Eclesiástico 39, 26)

  • Cuando ha preparado el terreno, ¿no esparce la neguilla, siembra el comino y luego pone el trigo y la cebada en sus surcos y la espelta en los bordes? (Isaías 28, 25)

  • El trigo ¿se tritura? No, pues no se le trilla indefinidamente; después de hacer pasar por él la rueda, se le limpia sin triturarlo. (Isaías 28, 28)

  • Sembraron trigo y recogen espinas; se han fatigado sin provecho. Les dan vergüenza sus cosechas, por el furor de la ira del Señor. (Jeremías 12, 13)

  • Y vendrán cantando de alegría a la altura de Sión, volverán a gozar de los bienes del Señor: el trigo, el vino y el aceite, las ovejas y los bueyes. Su alma será un huerto bien regado y no volverán ya a languidecer. (Jeremías 31, 12)

  • Aunque hubo diez de aquellos hombres que dijeron a Ismael: "No nos mates, pues tenemos escondidas en el campo provisiones de trigo, cebada, aceite y miel". Y él los respetó y no los mató como a sus compañeros. (Jeremías 41, 8)

  • Toma trigo, cebada, habas, lentejas, mijo y espelta; ponlos en un recipiente y haz con ello tu pan para comer durante el número de días que estés acostado del lado izquierdo, esto es, ciento noventa días. (Ezequiel 4, 9)

  • Contigo comerciaban Judá y la tierra de Israel; te daban a cambio trigo de Minit, perfumes, miel, aceite y bálsamo. (Ezequiel 27, 17)

  • Os libraré de todas vuestras inmundicias; llamaré al trigo, lo multiplicaré y no pasaréis más hambre. (Ezequiel 36, 29)

  • Ésta será la ofrenda que habréis de ofrecer: ocho kilos por cada cuatrocientos cincuenta de trigo y de cebada, respectivamente. (Ezequiel 45, 13)

  • No reconoció que era yo quien le daba el trigo, el vino y el aceite; quien prodigaba la plata y el oro que ellos emplearon para los baales. (Oseas 2, 10)

  • Por eso volveré a tomar mi trigo a su tiempo y mi vino a su estación, y recobraré mi lana y mi lino con que ella cubría su desnudez. (Oseas 2, 11)


“De que vale perder-se em vãos temores?” São Padre Pio de Pietrelcina