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  • Ahora bien, al acampar por la noche y abrir nuestros sacos, cada uno encontró su dinero en la boca de su saco. Pero ahora lo traemos con nosotros. (Génesis 43, 21)

  • Si el ladrón, sorprendido en el acto de abrir brecha, es herido y muere, no habrá en ello delito de sangre; (Exodo 22, 1)

  • Luego toda la gente subió tras él, tañendo flautas y con tan gran algazara que parecía que se iba a abrir la tierra con el vocerío. (I Reyes 1, 40)

  • El rey de Moab, viendo que la lucha era demasiado recia para sus fuerzas, tomó consigo setecientos hombres que empuñaban espada para abrir una brecha contra el rey de Edón, pero no lo consiguió. (II Reyes 3, 26)

  • Pasaban la noche en los alrededores de la casa de Dios, pues estaban encargados de custodiarla y de abrir sus puertas cada mañana. (I Crónicas 9, 27)

  • Ella adoró a Dios y les dijo: "Mandad abrir la puerta de la ciudad para que pueda salir a realizar lo que me acabáis de decir". Mandaron a los jóvenes que abriesen, como ella había dicho. (Judit 10, 9)

  • para abrir la boca de los gentiles, que alabarán a sus ídolos y engrandecerán para siempre a un rey de carne. (Ester 14, 10)

  • ¿Quién logró abrir su túnica, penetrar por su doble dentadura? (Job 41, 5)

  • Cierro mi boca y no la vuelvo a abrir, pues tú eres el que actúa. (Salmos 39, 10)

  • Te bastará abrir los ojos, y verás que los malvados reciben su merecido, (Salmos 91, 8)

  • Judas les envió este mensaje de paz: "Permitidnos atravesar vuestro territorio para volver al nuestro; nadie os hará mal, pues no haremos más que pasar a pie". Pero no quisieron abrir. (I Macabeos 5, 48)

  • Eleazar, uno de los escribas principales, de edad provecta y aspecto venerable, era forzado a abrir la boca y comer carne de cerdo. (II Macabeos 6, 18)


“Menosprezai vossas tentações e não vos demoreis nelas. Imaginai estar na presença de Jesus. O crucificado se lança em vossos braços e mora no vosso coração. Beijai-Lhe a chaga do lado, dizendo: ‘Aqui está minha esperança; a fonte viva da minha felicidade. Seguro-vos, ó Jesus, e não me aparto de vós, até que me tenhais posto a salvo’”. São Padre Pio de Pietrelcina