Encontrados 506 resultados para: gran aflicción

  • Sí, Señor, tú eres Dios, tus palabras son verdad, y has hecho a tu siervo esta gran promesa. (II Samuel 7, 28)

  • En Tébaj y en Berotay, ciudades de Hadadézer, se apoderó también de una gran cantidad de bronce. (II Samuel 8, 8)

  • David adquirió gran fama y, a su regreso, derrotó en el valle de la Sal a dieciocho mil edomitas. (II Samuel 8, 13)

  • El rico tenía ovejas y vacas en gran cantidad. (II Samuel 12, 2)

  • Pero Absalón le insistió, y el rey dejó ir a Amnón y a todos los hijos del rey. Absalón había preparado un gran banquete, un banquete regio, (II Samuel 13, 27)

  • Apenas terminó él de hablar, cuando llegaron los hijos del rey, que se pusieron a llorar a voz en grito. También el rey y sus servidores lloraron con gran llanto. (II Samuel 13, 36)

  • Tal vez el Señor vea mi aflicción y me devuelva bien en lugar de esta maldición de hoy". (II Samuel 16, 12)

  • Absalón se encontró frente a frente con los hombres de David. Absalón iba montado en un mulo, y, al pasar por debajo de las ramas de una gran encina, la cabeza de Absalón se enredó en las ramas de la encina y quedó colgado entre el cielo y la tierra. El mulo siguió adelante. (II Samuel 18, 9)

  • Tomaron a Absalón y lo echaron en una gran fosa en el bosque, y pusieron sobre él un gran montón de piedras. Todos los israelitas habían huido, cada uno a su tienda. (II Samuel 18, 17)

  • El rey preguntó: "¿Está bien el joven Absalón?". Ajimás respondió: "Yo vi un gran alboroto en el momento que Joab enviaba a tu siervo, pero no sé lo que era". (II Samuel 18, 29)

  • Cuando estaban junto a la gran piedra que hay en Gabaón, llegó Amasá frente a ellos. Joab iba vestido con uniforme militar y llevaba al costado una espada envainada. La espada se le salió y se cayó. (II Samuel 20, 8)

  • En tiempos de David hubo una gran hambre durante tres años consecutivos. David consultó al Señor, y el Señor le dijo: "Hay sangre sobre Saúl y sobre su casa, porque él mató a los gabaonitas". (II Samuel 21, 1)


“Não desperdice suas energias em coisas que geram preocupação, perturbação e ansiedade. Uma coisa somente é necessária: elevar o espírito e amar a Deus.” São Padre Pio de Pietrelcina