Encontrados 67 resultados para: juventud

  • Quédate, pues, con tus encantamientos y con tus numerosos sortilegios, en los que te has afanado desde tu juventud. ¡Quizás puedas sacar algún provecho! ¡Tal vez puedas con ellos dar miedo! (Isaías 47, 12)

  • Así te resultarán tus encantadores, por lo que te afanaste desde tu juventud. Se irá cada uno por u lado, sin poderte salvar. (Isaías 47, 15)

  • No temas, pues no tendrás ya que avergonzarte; no te sonrojes, pues no serás ya confundida; olvidarás la afrenta de tu juventud y no te acordarás del oprobio de tu viudez. (Isaías 54, 4)

  • Sí, como a una mujer abandonada y desolada te ha requerido el Señor. A la esposa tomada en la juventud, ¿se la puede rechazar? -dice tu Dios-. (Isaías 54, 6)

  • Anda, grita a los oídos de Jerusalén: Esto dice el Señor: Me he acordado de ti, en los tiempos de tu juventud, de tu amor de novia, cuando me seguías en el desierto, en una tierra sin cultivar. (Jeremías 2, 2)

  • Ahora, sí, me llamas: ¡Padre mío, tú eres el amigo de mi juventud! (Jeremías 3, 4)

  • La ignominia ha devorado el fruto del trabajo de nuestros padres, desde nuestra juventud. (Jeremías 3, 24)

  • ¡Acostémonos en nuestra ignominia y nos cubra nuestro oprobio, porque contra el Señor, nuestro Dios, hemos pecado nosotros y nuestros padres desde nuestra juventud hasta el presente y no hemos escuchado la voz del Señor, nuestro Dios!". (Jeremías 3, 25)

  • Te hablé en la hora de tu prosperidad. Tú dijiste: "¡No quiero escuchar!". Ése ha sido tu camino desde tu juventud: no escuchar mi voz. (Jeremías 22, 21)

  • Sí, después de mi desvío me has arrepentido, he comprendido y me he golpeado el pecho. Estoy humillado, lleno de vergüenza; mi juventud ha sido un escándalo, y ahora soporto las consecuencias". (Jeremías 31, 19)

  • Porque el pueblo de Israel y el pueblo de Judá tan sólo han hecho desde su juventud lo que me desagrada; sí, los israelitas no han hecho más que irritarme con las obras de sus manos -dice el Señor-. (Jeremías 32, 30)

  • Tranquilo ha vivido Moab desde su juventud; descansaba como vino en su poso, sin haber sido trasvasado jamás, sin haber partido al destierro. Por ello ha conservado su sabor y su aroma no se ha alterado. (Jeremías 48, 11)


Uma filha espiritual perguntou a Padre Pio: “O Senhor cura tantas pessoas, por que não cura esta sua filha espiritual?” Padre Pio respondeu-lhe em voz baixa: “E não nos oferecemos a Deus?” São Padre Pio de Pietrelcina