Encontrados 32 resultados para: mandamiento

  • "Éste es mi mandamiento: amaos unos a otros como yo os he amado. (Juan 15, 12)

  • Pero el pecado, apoyándose en el mandamiento, despertó en mí toda clase de malos deseos, pues el pecado sin la ley está muerto. (Romanos 7, 8)

  • En un tiempo en que no había ley, yo estaba vivo; pero cuando llegó el mandamiento, el pecado revivió, (Romanos 7, 9)

  • y yo quedé muerto. Así resultó que el mandamiento, que debía darme la vida, me trajo la muerte. (Romanos 7, 10)

  • Porque el pecado, apoyándose en el mandamiento, me engañó y me causó la muerte. (Romanos 7, 11)

  • La ley es santa, y el mandamiento santo, justo y bueno. (Romanos 7, 12)

  • Y lo que es bueno, ¿ha sido muerte para mí? Nada de eso. Lo que pasa es que el pecado para demostrar que es pecado, valiéndose de lo bueno, me causó la muerte. De este modo, por medio del mandamiento, quedó plenamente demostrada la perversidad del pecado. (Romanos 7, 13)

  • Porque: No cometerás adulterio, no matarás, no robarás, no codiciarás y cualquier otro mandamiento, todo se reduce a esto: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. (Romanos 13, 9)

  • Honra a tu padre y a tu madre (que es el primer mandamiento con promesa), (Efesios 6, 2)

  • que guardes el mandamiento sin mancha y sin reproche hasta la manifestación de nuestro Señor Jesucristo, (I Timoteo 6, 14)

  • Porque el que guarda toda la ley, pero peca aunque sólo sea contra un mandamiento, se hace culpable de todos. (Santiago 2, 10)

  • Mejor les hubiera sido no haber conocido el camino de la justicia que, después de haberlo conocido, apartarse del mandamiento santo que se les había transmitido. (II Pedro 2, 21)


“Pobres e desafortunadas as almas que se envolvem no turbilhão de preocupações deste mundo. Quanto mais amam o mundo, mais suas paixões crescem, mais queimam de desejos, mais se tornam incapazes de atingir seus objetivos. E vêm, então, as inquietações, as impaciências e terríveis sofrimentos profundos, pois seus corações não palpitam com a caridade e o amor. Rezemos por essas almas desafortunadas e miseráveis, para que Jesus, em Sua infinita misericórdia, possa perdoá-las e conduzi-las a Ele.” São Padre Pio de Pietrelcina