Encontrados 322 resultados para: pasión de Cristo

  • Yo pido a Dios que esta fe, que nos es común, se muestre activa y dé a conocer todo el bien que se realiza en nosotros por Cristo. (Filemon 1, 6)

  • Por lo cual, aunque tengo plena libertad en Cristo para ordenarte lo que debes hacer, (Filemon 1, 8)

  • prefiero apelar a tu amor. Yo, Pablo, viejo ya y ahora, además, preso por Cristo Jesús, (Filemon 1, 9)

  • Hermano, como cristiano que eres, hazme este favor; dame este consuelo en Cristo. (Filemon 1, 20)

  • Te saluda Epafras, mi compañero de prisión por Cristo Jesús; (Filemon 1, 23)

  • Cristo, por el contrario, lo ha sido en calidad de Hijo, al frente de su casa. Y su casa somos nosotros, con tal que permanezcamos inquebrantables hasta el fin, confesando valientemente nuestra fe y confiados en la esperanza que tenemos. (Hebreos 3, 6)

  • Porque hemos llegado a ser partícipes de Cristo, si seguimos manteniendo inquebrantable hasta el fin nuestra fe inicial. (Hebreos 3, 14)

  • Así también Cristo no se atribuyó la gloria de constituirse sumo sacerdote, sino que la recibió de aquel que le dijo: Tú eres mi Hijo, yo te he engendrado hoy. (Hebreos 5, 5)

  • Por eso, dejando aparte la doctrina elemental sobre Cristo, elevémonos a la doctrina perfecta, sin volver a echar los cimientos del arrepentimiento de las obras muertas y de la fe en Dios, (Hebreos 6, 1)

  • Pero ahora Cristo ha obtenido un ministerio tanto más excelente cuanto mejor es la alianza de la cual es mediador y más ventajosas las promesas sobre las que está fundada. (Hebreos 8, 6)

  • Cristo, por el contrario, se presentó como sumo sacerdote de los bienes venideros, a través de un tabernáculo más santo y más perfecto, no hecho por mano de hombre, es decir, no de esta creación, (Hebreos 9, 11)

  • ¿cuánto más la sangre de Cristo, que por virtud del Espíritu eterno se ofreció a sí mismo a Dios como víctima inmaculada, purificará nuestra conciencia de sus obras muertas, para servir al Dios vivo? (Hebreos 9, 14)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina