1 Reyes, 22
36. Al anochecer, se corrió la voz siguiente por el campamento: «Cada uno a su ciudad, cada uno a su tierra. El rey ha muerto.»
36. Al anochecer, se corrió la voz siguiente por el campamento: «Cada uno a su ciudad, cada uno a su tierra. El rey ha muerto.»
“É doce o viver e o penar para trazer benefícios aos irmãos e para tantas almas que, vertiginosamente, desejam se justificar no mal, a despeito do Bem Supremo.” São Padre Pio de Pietrelcina