9. Llegado a Jerusalén, fue recibido amigablemente por la ciudad y el Sumo Sacerdote, al que informó de la denuncia que habían hecho. Hizo saber el motivo de su visita, preguntando si las cosas eran realmente así.





“Pode-se manter a paz de espírito mesmo no meio das tempestades da vida”. São Padre Pio de Pietrelcina