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¿Quién alabará al Altísimo en la morada de los muertos? Son los vivos los que le dan la alabanza? (Sirácides (Eclesiástico) 17, 27)
Conversa con tu prójimo antes de llegar a las amenazas: luego te atendrás a la Ley del Altísimo. (Sirácides (Eclesiástico) 19, 17)
No digas a cada rato: "¡Lo juro!", ni tomes continuamente al Altísimo por testigo. (Sirácides (Eclesiástico) 23, 9)
El hombre que es infiel a su esposa se dice a sí mismo: "¿Quién me verá? Las sombras me rodean, los muros me ocultan, nadie me mira; ¿por qué inquietarme? El Altísimo no anotará mis pecados". (Sirácides (Eclesiástico) 23, 18)
En primer lugar desobedeció a la ley del Altísimo, luego pecó contra su marido, y en tercer lugar se manchó con un adulterio, teniendo hijos de un extraño. (Sirácides (Eclesiástico) 23, 23)
cómo toma la palabra en la Asamblea del Altísimo y se glorifica delante del Todopoderoso: (Sirácides (Eclesiástico) 24, 2)
Salí, dice, de la boca del Altísimo, y como una niebla cubrí la tierra. (Sirácides (Eclesiástico) 24, 3)
Todo esto no es más que el Libro de la Alianza del Dios Altísimo, es la Ley que nos mandó Moisés y que es el tesoro de las asambleas de Jacob. (Sirácides (Eclesiástico) 24, 23)
Acuérdate de los mandamientos y no tengas rencor a tu prójimo; piensa en la alianza del Altísimo, y olvida la ofensa. (Sirácides (Eclesiástico) 28, 7)
Invierte tu tesoro siguiendo los mandamientos del Altísimo, esto te será más útil que el oro. (Sirácides (Eclesiástico) 29, 11)
Miren por todas partes las obras del Altísimo; siempre van de a dos, una oponiéndose a la otra. (Sirácides (Eclesiástico) 33, 15)
A menos que te sean enviados como una visita del Altísimo, no les prestes atención. (Sirácides (Eclesiástico) 34, 6)