Gefunden 489 Ergebnisse für: Altar de Incienso en la Biblia
El segundo día ofrecerás un chivo sin defecto como expiación, y se hará la expiación por el altar como se hizo con el novillo. (Ezequiel 43, 22)
Durante siete días se harán súplicas por el altar, lo purificarán y lo inaugurarán. (Ezequiel 43, 26)
A partir del octavo día, los sacerdotres podrán ofrecer en el altar los holocaustos y sacrificios pacíficos de ustedes y yo los aceptaré, palabra de Yavé. (Ezequiel 43, 27)
El sacerdote untará en la sangre de la víctima por el pecado y rociará los montantes de la puerta de la Casa, los cuatro ángulos del zócalo del altar y los montantes de las puertas del patio interior. (Ezequiel 45, 19)
El me llevó a la entrada del Templo y vi que brotaba agua de debajo del dintel de la Casa: corría hacia el oriente igual como la Casa que daba al oriente. El agua brotaba del lado sur del altar. (Ezequiel 47, 1)
En esta hora ya no tenemos rey, ni profeta, ni jefe; no podemos ofrecerte víctimas, sacrificios, ofrendas ni incienso. No tenemos un lugar en que presentarte las primicias de nuestras cosechas y así conseguir tu favor (Daniel 3, 38)
Yo le tomaré cuentas por los años de los Baales en que les ofrecía incienso y en que se ponía sus aros y collares para correr detrás de sus amantes; y se olvidaba de mí, la ingrata. (Oseas 2, 15)
En lo alto de los cerros ofrecen sacrificios y sobre las lomas queman incienso bajo cualquier encina, álamo o espino cuya sombra sea agradable. Por esto, si sus hijas se hacen prostitutas o si sus nueras engañan a sus maridos, (Oseas 4, 13)
Pero mientras los llamaba, más se alejaban de mí. Ofrecieron sacrificios a los baales y quemaron incienso ante los ídolos. (Oseas 11, 2)
tomando las ropas empeñadas, se acuestan cerca de cualquier altar, y con el vino de las multas se emborrachan en la Casa de su Dios. (Amós 2, 8)
Cuando yo llegue a tomar cuentas de sus crímenes a Israel, ese día yo iré derecho a los altares de Betel: quebraré los cuernos del altar y los tiraré al suelo. (Amós 3, 14)
Vi al Señor, de pie junto al altar, que decía: «Rompe las columnas para que se hunda el techo y les parta a todos la cabeza; y si alguno llega a salvarse, lo mataré a espada; pues ninguno de ellos podrá huir, no escapará nadie con vida. (Amós 9, 1)