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  • Y ahora, llegado a su perfección, es fuente de salvación eterna para todos los que le obedecen, (Carta a los Hebreos 5, 9)

  • Así, pues, todo es insuficiente en los sumos sacerdotes que la Ley establece, mientras que ahora, después de la Ley, Dios habla y pronuncia un juramento para establecer al Hijo eternamente perfecto. (Carta a los Hebreos 7, 28)

  • Pero ahora Jesús celebra una liturgia tanto superior cuanto es mediador de una alianza mucho mejor y que promete mejores beneficios. (Carta a los Hebreos 8, 6)

  • Pues ahora no se trata de un santuario hecho por hombres, figura del santuario auténtico, sino que Cristo entró en el propio cielo, donde está ahora ante Dios en favor nuestro. (Carta a los Hebreos 9, 24)

  • Por eso no pierdan ahora su resolución, que tendrá una recompensa grande. (Carta a los Hebreos 10, 35)

  • Levantemos la mirada hacia Jesús, que dirige esta competición de la fe y la lleva a su término. El escogió la cruz en vez de la felicidad que se le ofrecía; no tuvo miedo a la humillación y ahora está sentado a la derecha del trono de Dios. (Carta a los Hebreos 12, 2)

  • Su voz conmovió entonces la tierra, pero ahora se nos da este aviso: Esta última vez haré temblar no sólo la tierra sino también el cielo. (Carta a los Hebreos 12, 26)

  • Hermanos, les ruego que acepten estas palabras de exhortación, pues les escribí un poco apurado. (Carta a los Hebreos 13, 22)

  • Ahora les toca el turno a los que dicen: «Hoy o mañana iremos a tal ciudad y pasaremos allí el año; haremos buenos negocios y obtendremos ganancias.» (Carta de Santiago 4, 13)

  • Ahora les toca a los ricos: lloren y laméntense porque les han venido encima desgracias. (Carta de Santiago 5, 1)

  • Ustedes lo aman sin haberlo visto; ahora creen en él sin verlo, y nadie sabría expresar su alegría celestial (1º Carta de Pedro 1, 8)

  • al tener ya ahora eso mismo que pretende la fe, la salvación de sus almas. (1º Carta de Pedro 1, 9)


“Apóie-se, como faz Nossa Senhora, à cruz de Jesus e nunca lhe faltará conforto”. São Padre Pio de Pietrelcina