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Bien es verdad que el pueblo ha tomado las ovejas y vacas, lo mejor, pero esto fue para sacrificarlo a Yavé en Guilgal.» (1 Samuel 15, 21)
Tomó Samuel el cuerno de aceite y lo ungió en medio de sus hermanos. Y el espíritu de Yavé permaneció sobre David desde aquel día.Luego se marchó Samuel y volvió a Ramá. (1 Samuel 16, 13)
El espíritu de Yavé se había apartado de Saúl y un espíritu malo mandado por Yavé lo atormentaba. (1 Samuel 16, 14)
Entonces los servidores de Saúl le dijeron: «Sabemos que un espíritu malo de Dios te atormenta. (1 Samuel 16, 15)
Si tú, señor, lo permites, nosotros, tus servidores, buscaremos un hombre que sepa tocar la cítara para que cuando te atormente el espíritu malo de Dios, toque y sientas alivio.» (1 Samuel 16, 16)
Cuando el espíritu de Dios atormentaba a Saúl, David tocaba la cítara y Saúl encontraba calma y bienestar, y el espíritu malo se apartaba de él. (1 Samuel 16, 23)
Al día siguiente, un espíritu malo, venido de Dios, cayó sobre Saúl, que comenzó a delirar en su casa. David, pues, como lo hacía otros días, empezó a tocar la cítara. Saúl tenía una lanza en su mano, (1 Samuel 18, 10)
Pero un espíritu malo enviado por Yavé se apoderó nuevamente de Saúl. Estaba sentado en su casa, con su lanza en la mano, y David tocaba la cítara. (1 Samuel 19, 9)
Saúl, pues, envió unos soldados para que lo tomaran preso. Ellos vieron a la comunidad de los profetas «profetizando»; es decir, que estaban en trance, con Samuel al frente de ellos. Entonces el espíritu de Yavé se apoderó de los soldados, que también empezaron a profetizar. (1 Samuel 19, 20)
Partió hacia allá, pero el espíritu de Yavé se apoderó también de él y fue profetizando hasta su llegada a las Celdas. (1 Samuel 19, 23)
David rogó así a Yavé: «Oh, Dios de Israel, he oído decir que Saúl se dispone a atacar a Queilá por causa mía. ¿Es verdad esto? (1 Samuel 23, 10)
Saúl se disfrazó y fue a verla acompañado por dos de sus hombres. Llegaron por la noche donde la mujer y Saúl le dijo: «Consulta al espíritu del que yo te diga.» (1 Samuel 28, 8)