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y aún lo hacen servir para engalanar a los prostitutas de su casa. Visten a estos dioses como a hombres, aunque son de oro, plata y madera, (Baruc 6, 10)
Mas ¿por qué los llaman dioses? Las mujeres presentan dones a esos dioses de plata, de oro y de madera; (Baruc 6, 29)
Son semejantes a las piedras del monte esos dioses de madera, de piedra, de oro, de plata. Los que los adoran serán confundidos. (Baruc 6, 38)
son como las golondrinas que se quedan entre cielo y tierra. Porque si se incendia el templo de esos dioses de madera, de plata y de oro, seguramente que sus sacerdotes huirán y se pondrán a salvo; pero ellos se quemarán dentro, lo mismo que las vigas. (Baruc 6, 54)
No se librarán de ladrones ni de salteadores esos dioses de madera y de piedra, dorados y plateados; seguramente aquéllos pueden más que ellos, y les quitarán el oro, y la plata, y el vestido de que están cubiertos, y se marcharán sin que los ídolos puedan defenderse a sí mismos. (Baruc 6, 57)
Porque así como no es buen guardián de un melonar un espantapájaros, así son sus dioses de madera, de plata y de oro. (Baruc 6, 69)
Tirarán por las calles su plata y arrojarán su oro a la basura. Esto no calmará su hambre ni llenará su estómago, ya que todo eso solamente los conducirá al mal. (Ezequiel 7, 19)
Tus joyas eran de oro y plata, tus vestidos de lino fino, hechos con telas preciosas todas bordadas. Te alimentabas de harina fina, de miel y de aceite, y quedaste magnífica: un día fuiste la reina. (Ezequiel 16, 13)
Tomaste tus joyas de oro y plata que te había dado, hiciste con ellas estatuas de machos con los que te prostituiste. (Ezequiel 16, 17)
Así como se junta la plata, el cobre, el hierro, el plomo y el estaño en un horno para fundirlos a fuerza de calor, así los juntaré en mi cólera para que se fundan: (Ezequiel 22, 20)
Así como se funde la plata en el horno, así serán fundidos en medio de la ciudad y sabrán que yo Yavé fui quien desencadenó mi cólera contra ustedes." (Ezequiel 22, 22)
Tarsis te surtía de todo: a cambio de plata, hierro, estaño y plomo recibía tus mercaderías. (Ezequiel 27, 12)