Gefunden 134 Ergebnisse für: castigo

  • Clamaron a su Dios, que castigó la tierra de Egipto con plagas incurables. Entonces los egipcios los mandaron lejos de ellos. (Judit 5, 12)

  • por lo cual, en castigo, nuestros padres fueron entregados a la espada y al saqueo, y murieron en forma desastrosa ante sus enemigos. (Judit 8, 19)

  • El castigo nos alcanzará en medio de las naciones en que estemos como esclavos, y seremos maltratados por nuestros patrones. No habrá esperanza de que nuestra esclavitud se cambie en una suerte más feliz, sino que el Señor, nuestro Dios, la convertirá en deshonra. (Judit 8, 23)

  • ya que su autor con toda su familia fue ejecutado a las puertas de Susa, recibiendo así el castigo merecido de parte de Dios, Señor del universo. (Ester 16, 18)

  • El hombre engendra su propio castigo así como en las nubes hace estallar el águila el rayo (Job 5, 7)

  • Si es para castigo, harán su voluntad, si es para bendición, será recibida. (Job 37, 13)

  • para ejercer venganza entre los pueblos y dar a las naciones el castigo, (Salmos 149, 7)

  • Todo el que se opusiere a estas decisiones o violare alguna de ellas, se haría merecedor de castigo. (1 Macabeos 14, 45)

  • Tratándose de los demás pueblos, Dios espera pacientemente que colmen la medida de sus pecados para darles el castigo. Mientras que con nosotros procede de una manera diferente, (2 Macabeos 6, 14)

  • Así, pues, dio aviso a todas las ciudades del litoral para que vinieran a comprar esclavos por un talento, sin darse cuenta que venía sobre él el castigo del Todopoderoso. (2 Macabeos 8, 11)

  • Pero el Señor que todo lo ve, el Dios de Israel, lo castigó con una enfermedad incurable de carácter interno. Acababa de hablar cuando sintió en su estómago un dolor insoportable y comenzó a ser torturado en todo su cuerpo. (2 Macabeos 9, 5)

  • Al ver que sus dolores aumentaban se dio cuenta que era un castigo de Dios. (2 Macabeos 9, 11)


“A pessoa que nunca medita é como alguém que nunca se olha no espelho e, assim, não se cuida e sai desarrumada. A pessoa que medita e dirige seus pensamentos a Deus, que é o espelho de sua alma, procura conhecer seus defeitos, tenta corrigi-los, modera seus impulsos e põe em ordem sua consciência.” São Padre Pio de Pietrelcina