Gefunden 1427 Ergebnisse für: creación del hombre

  • De la costilla que Yavé había sacado al hombre, formó una mujer y la llevó ante el hombre. Entonces el hombre exclamó: (Génesis 2, 22)

  • Por eso el hombre deja a su padre y a su madre para unirse a su mujer, y pasan a ser una sola carne. (Génesis 2, 24)

  • Los dos estaban desnudos, hombre y mujer, pero no sentían vergüenza. (Génesis 2, 25)

  • Oyeron después la voz de Yavé Dios que se paseaba por el jardín, a la hora de la brisa de la tarde. El hombre y su mujer se escondieron entre los árboles del jardín para que Yavé Dios no los viera. (Génesis 3, 8)

  • Yavé Dios llamó al hombre y le dijo: «¿Dónde estás?» (Génesis 3, 9)

  • El hombre respondió: «La mujer que pusiste a mi lado me dio del árbol y comí.» (Génesis 3, 12)

  • A la mujer le dijo: «Multiplicaré tus sufrimientos en los embarazos y darás a luz a tus hijos con dolor. Siempre te hará falta un hombre, y él te dominará." (Génesis 3, 16)

  • Al hombre le dijo: «Por haber escuchado a tu mujer y haber comido del árbol del que Yo te había prohibido comer, maldita sea la tierra por tu causa. Con fatiga sacarás de ella el alimento por todos los días de tu vida. (Génesis 3, 17)

  • El hombre dio a su mujer el nombre de «Eva», por ser la madre de todo viviente. (Génesis 3, 20)

  • En seguida Yavé Dios hizo para el hombre y su mujer unos vestidos de piel y con ellos los vistió. (Génesis 3, 21)

  • Entonces Yavé Dios dijo: «Ahora el hombre es como uno de nosotros, pues se ha hecho juez de lo bueno y de lo malo. Que no vaya también a extender su mano y tomar del Arbol de la Vida, pues viviría para siempre.» (Génesis 3, 22)

  • Habiendo expulsado al hombre, puso querubines al oriente del jardín del Edén, y también un remolino que disparaba rayos, para guardar el camino hacia el Arbol de la Vida. (Génesis 3, 24)


Por que a tentação passada deixa na alma uma certa perturbação? perguntou um penitente a Padre Pio. Ele respondeu: “Você já presenciou um tremor de terra? Quando tudo estremece a sua volta, você também é sacudido; no entanto, não necessariamente fica enterrado nos destroços!” São Padre Pio de Pietrelcina