Gefunden 24 Ergebnisse für: majestad

  • Porque ella todo lo conoce y lo comprende; ella me guiará con prudencia en todo lo que haga, y su majestad me protegerá: (Sabiduría 9, 11)

  • Todo el mundo estaba representado en su larga túnica, en las cuatro hileras de piedras preciosas llevaba los nombres gloriosos de nuestros padres, y en su cabeza la diadema de tu majestad. (Sabiduría 18, 24)

  • Pues si se perdona al malvado, no aprende la justicia y sigue haciendo el mal en la tierra del derecho, pues no teme la majestad de Yavé. (Isaías 26, 10)

  • Esta es la suerte que, por orden de Yavé, correrá Joaquim, hijo de Josías, rey de Judá. Nadie dirá sollozando por él: «¡Ay de mi hermano, ay de mi hermana!» Nadie dirá sollozando por él: «¡Ay, Señor! ¡Ay, su Majestad!» (Jeremías 22, 18)

  • el rey decía: «¿No es ésta la gran Babilonia que yo edifiqué como mi residencia real, con la fuerza de mi poder y para gloria de mi majestad? (Daniel 4, 27)

  • ¡Oh rey!, el Dios Altísimo dio a tu padre, Nabucodonosor, reino, grandeza, gloria y majestad. (Daniel 5, 18)

  • Viene Dios de Temán, el Santo, desde el monte Parán. Su majestad envuelve los cielos y su Gloria repleta la tierra. (Habacuc 3, 3)

  • El es el resplandor de la Gloria de Dios y en él expresó Dios lo que es en sí mismo. El, cuya palabra poderosa mantiene el universo, también es el que purificó al mundo de sus pecados, y luego se sentó en los cielos, a la derecha del Dios de majestad. (Carta a los Hebreos 1, 3)

  • Tratemos de resumir lo que hemos dicho: tenemos un Sumo Sacerdote que está sentado a la derecha del Dios de Majestad en los cielos; (Carta a los Hebreos 8, 1)

  • En efecto, no hemos sacado de fábulas o de teorías inventadas lo que les hemos enseñado sobre el poder y la venida de Cristo Jesús, nuestro Señor. Con nuestros propios ojos hemos contemplado su majestad (2º Carta de Pedro 1, 16)

  • cuando recibió de Dios Padre gloria y honor. En ese momento llegó sobre él una palabra muy extraordinaria de la gloriosa Majestad: «Este es mi Hijo muy querido, el que me agradó eligir.» (2º Carta de Pedro 1, 17)

  • En especial esto vale para esa gente que corre tras los peores deseos de su naturaleza y desprecia la majestad del Señor. Son orgullosos y atrevidos, y no tienen miedo de insultar a los espíritus caídos, (2º Carta de Pedro 2, 10)


“Quanto maiores forem os dons, maior deve ser sua humildade, lembrando de que tudo lhe foi dado como empréstimo.”(Pe Pio) São Padre Pio de Pietrelcina