Gefunden 183 Ergebnisse für: morir

  • Entonces David entonó este canto fúnebre por Abner:«¿Por qué, Abner, tuviste que morir tan tontamente? (2 Samuel 3, 33)

  • Absalón respondió: «Te mandé llamar para enviarte al rey con este mensaje: ¿Para qué he vuelto de Guesur? Hubiera sido mejor para mí quedarme allá. Ahora quiero ver el rostro del rey; si soy culpable, que me haga morir.» (2 Samuel 14, 32)

  • Itaí le contestó: «Juro por Yavé y por tu vida que dondequiera que vaya el rey, mi señor, sea para morir o para vivir, allí también estaré yo, tu servidor.» (2 Samuel 15, 21)

  • Pero David le contestó: «¡Líbreme Dios de pensar como ustedes, hijos de Sarvia! ¿Por qué me dan este mal consejo? ¿En un día como éste va a morir alguien en Israel? (2 Samuel 19, 23)

  • Permíteme volver a mi ciudad para morir junto al sepulcro de mi padre y de mi madre. Que mi hijo Kimham, aquí presente, siga contigo. (2 Samuel 19, 38)

  • Pocos días antes de morir, David mandó llamar a su hijo Salomón para decirle: (1 Reyes 2, 1)

  • Entonces el rey Salomón dijo: «Que Yavé me haga morir, si no es cierto que, al hacerme esta petición, Adonías se ha jugado la vida. (1 Reyes 2, 23)

  • Dijo el rey al sacerdote Abiatar: «Vete a Anatot, a tus tierras, porque mereces la muerte, pero no quiero hacerte morir hoy, porque llevaste el Arca de Yavé delante de mi padre y lo acompañaste en todos los trabajos y aflicciones que pasó.» (1 Reyes 2, 26)

  • Basá lo hizo morir el año tercero de Asá, rey de Judá, y reinó en su lugar. (1 Reyes 15, 28)

  • Entonces ella habló a Elías: «¡Qué mal me quieres, hombre de Dios! ¿Has venido para sacar a luz mis pecados y hacer morir a mi hijo?» (1 Reyes 17, 18)

  • En seguida oró a Yavé: «Dios mío, ¿así que quieres castigar también a esta viuda que me cobijó en su casa? ¿Por qué has hecho morir a su hijo?» (1 Reyes 17, 20)

  • Caminó por el desierto todo un día y se sentó bajo un árbol. Allí deseó la muerte y se dijo: «Ya basta, Yavé. Toma mi vida, pues yo voy a morir como mis padres.» (1 Reyes 19, 4)


“A divina bondade não só não rejeita as almas arrependidas, como também vai em busca das almas teimosas”. São Padre Pio de Pietrelcina