Gefunden 257 Ergebnisse für: paso del Mar Rojo
Por esto Yavé se enojó con su pueblo y levantó su mano para pegarle; los cerros se estremecieron y los cadáveres quedaron tirados esparcidos como la basura en las calles. Pero no se le pasó el enojo, pues siguió con su mano levantada. (Isaías 5, 25)
Y dirás aquel día: «Te doy gracias, Yavé, porque estabas enojado conmigo, pero se te pasó el enojo y me levantaste. (Isaías 12, 1)
Péguense en los senos por lo que les pasó a esos hermosos campos y a esas fértiles viñas; (Isaías 32, 12)
¿Quién ha mandado desde el Oriente a aquel que se topa con la victoria a cada paso? ¿Quién le entrega las naciones y le somete los reyes? Su espada los convierte en polvo y las flechas de su arco los dispersan como paja. (Isaías 41, 2)
¡Despiértate, despiértate con toda tu fuerza, brazo de Yavé! Despiértate como pasó antes, en los tiempos antiguos. ¿No eres tú quien destrozó a Rahab y traspasó al dragón? (Isaías 51, 9)
¿Quién es ese que viene de Edom, que llega de Bosrá, vestido de rojo? ¿Quién es ese del vestido esplendoroso, y de andar majestuoso? «Soy yo que hablo de justicia y soy poderoso para salvar.» (Isaías 63, 1)
¿Por qué es rojo tu vestido, y tu ropa manchada como la del que pisa en el lagar? (Isaías 63, 2)
Vayan, pues, a las islas y miren, manden al país de Quedar y pregunten para saber dónde pasó algo igual que aquí. (Jeremías 2, 10)
Pasó la siega y se acabó el verano, pero nosotros no hemos sido salvados. (Jeremías 8, 20)
Que se oigan salir gritos de sus casas cuando tú envíes, de repente, contra ellos bandas de salteadores, ya que han cavado una fosa para cazarme y han escondido trampas por donde yo paso. (Jeremías 18, 22)
Tú piensas: «Me voy a construir un palacio suntuoso, con pisos espaciosos; luego abriré ventanas y las cubriré con madera de cedro, toda pintada de rojo.» (Jeremías 22, 14)
Yavé me mostró dos canastos con higos, que estaban delante de su templo. Esto pasó después de que Nabucodonosor, rey de Babilonia, desterró a Jeconías, hijo de Joaquim, rey de Judá, y a los príncipes de Judá junto con los herreros y los cerrajeros, y los llevó a Babilonia, lejos de Jerusalén. (Jeremías 24, 1)