Gefunden 60 Ergebnisse für: siclos

  • Su madre respondió: «¡Que mi hijo sea bendito de Yavé!» Y él le devolvió los mil cien siclos de plata. Pero su madre le dijo: «Yo quería consagrar este dinero a Yavé y dárselo de mi propia mano, para que, con este dinero, mi hijo se hiciera una estatua con una cubierta de metal. Así que te doy esta plata.» (Jueces 17, 3)

  • El, sin embargo, devolvió la plata a su madre, la cual separó doscientos siclos para el fundidor. Este le hizo una estatua de madera cubierta de metal y estuvo en casa de Miqueas. (Jueces 17, 4)

  • Pero yo no voy a ofrecer a Yavé algo que no me cueste nada. Por eso, te lo quiero comprar todo.» Y le pagó cincuenta siclos de plata por la era y los bueyes. (2 Samuel 24, 24)

  • Y David dio a Ornán por el sitio la suma de seiscientos siclos de oro. (1 Crónicas 21, 25)

  • Traían de allí un carro por seiscientos siclos de plata, y un caballo por ciento cincuenta. Los traían también como intermediarios para todos los reyes de los heteos y todos los reyes de Aram. (2 Crónicas 1, 17)

  • Los clavos de oro pesaban cincuenta siclos. Cubrió también de oro las salas altas. (2 Crónicas 3, 9)

  • El rey Salomón hizo doscientos grandes escudos de oro batido, aplicando seiscientos siclos de oro batido en cada escudo, (2 Crónicas 9, 15)

  • y trescientos escudos pequeños de oro batido, aplicando trescientos siclos de oro en cada escudo; el rey los colocó en la casa «Bosque del Líbano». (2 Crónicas 9, 16)

  • Salomón tenía una viña en Baal-Amón, la confió a unos cuidadores, y cada uno le traía mil siclos de plata por sus frutos. (Cantar 8, 11)

  • Mi viña es sólo para mí y yo no más la cuido. Mil siclos para ti, Salomón, doscientos para los guardianes. (Cantar 8, 12)

  • compré ese campo a mi primo Hanamel de Anatot y le pagué como precio diecisiete siclos de plata. (Jeremías 32, 9)

  • El siclo equivaldrá a veinte gueras y quince siclos, a una mina. (Ezequiel 45, 12)


“Que Jesus o aperte sempre mais ao Seu divino coração. Que Ele o alivie no sofrimento e lhe dê o abraço final no Paraíso.” São Padre Pio de Pietrelcina