Gefunden 81 Ergebnisse für: Ajab

  • Después de estos sucesos ocurrió que Nabot, de Yizreel, tenía una viña junto al palacio de Ajab, rey de Samaría, (I Reyes 21, 1)

  • y Ajab habló a Nabot diciendo: «Dame tu viña para que me sirva de huerto para hortalizas, pues está pegando a mi casa, y yo te daré por ella una viña mejor que está, o si parece bien a tus ojos te daré su precio en dinero.» (I Reyes 21, 2)

  • Respondió Nabot a Ajab: «Líbreme Yahveh de darte la herencia de mis padres.» (I Reyes 21, 3)

  • Se fue Ajab a su casa triste e irritado por la palabra que le dijo Nabot de Yizreel: «No te daré la heredad de mis padres»; se acostó en su lecho, volvió su rostro y no quiso comer. (I Reyes 21, 4)

  • Escribió cartas en nombre de Ajab y las selló con su sello, y envió las cartas a los ancianos y notables que vivían junto a Nabot. (I Reyes 21, 8)

  • Cuando Jezabel oyó que Nabot había sido apedreado y muerto, dijo a Ajab: «Levántate, toma posesión de la viña de Nabot, el de Yizreel, el que se negó a dártela por dinero, pues Nabot ya no vive, ha muerto.» (I Reyes 21, 15)

  • Apenas oyó Ajab que Nabot había muerto, se levantó y bajó a la viña de Nabot, el de Yizreel, para tomar posesión de ella. (I Reyes 21, 16)

  • «Levántate, baja al encuentro de Ajab, rey de Israel, que está en Samaría. Está en la viña de Nabot, a donde ha bajado a apropiársela. (I Reyes 21, 18)

  • Ajab dijo a Elías: «Has vuelto a encontrarme, enemigo mío.» Respondió: «Te he vuelto a encontrar porque te has vendido para hacer el mal a los ojos de Yahveh. (I Reyes 21, 20)

  • Yo mismo voy a traer el mal sobre ti y voy a barrer tu posteridad y a exterminar todo varón de los de Ajab, libre o esclavo, en Israel. (I Reyes 21, 21)

  • A los hijos de Ajab que mueran en la ciudad los comerán los perros y a los que mueran en el campo los comerán las aves del cielo.» (I Reyes 21, 24)

  • No hubo quien se prestara como Ajab para hacer el mal a los ojos de Yahveh, porque su mujer Jezabel le había seducido. (I Reyes 21, 25)


“Menosprezai vossas tentações e não vos demoreis nelas. Imaginai estar na presença de Jesus. O crucificado se lança em vossos braços e mora no vosso coração. Beijai-Lhe a chaga do lado, dizendo: ‘Aqui está minha esperança; a fonte viva da minha felicidade. Seguro-vos, ó Jesus, e não me aparto de vós, até que me tenhais posto a salvo’”. São Padre Pio de Pietrelcina