Gefunden 1014 Ergebnisse für: Moisés y Aarón

  • Dijo Yahveh a Moisés: «Ve a Faraón, porque he endurecido su corazón y el corazón de sus siervos, para obrar estas señales mías en medio de ellos; (Exodo 10, 1)

  • Fueron, pues, Moisés y Aarón donde Faraón y le dijeron: «Así dice Yahveh, el Dios de los hebreos: ¿Hasta cuándo te resistirás a humillarte ante mí? Deja salir a mi pueblo para que me dé culto. (Exodo 10, 3)

  • Hicieron, pues, volver a Moisés y a Aarón a la presencia de Faraón; el cual les dijo: «Id a dar culto a Yahveh, vuestro Dios. ¿Quiénes van a ir?» (Exodo 10, 8)

  • Respondió Moisés: «Saldremos con nuestros niños y nuestros ancianos, con nuestros hijos y nuestras hijas, con nuestras ovejas y nuestras vacadas; porque es nuestra fiesta de Yahveh.» (Exodo 10, 9)

  • Yahveh dijo a Moisés: «Extiende tu mano sobre la tierra de Egipto para que venga la langosta; que suba sobre el país de Egipto y coma toda la hierba del país, todo lo que dejó el granizo.» (Exodo 10, 12)

  • Moisés extendió su cayado sobre la tierra de Egipto; y Yahveh hizo soplar el solano sobre el país todo aquel día y toda la noche. Y cuando amaneció, el solano había traído la langosta. (Exodo 10, 13)

  • Entonces Faraón llamó a toda prisa a Moisés y a Aaron, y dijo: «He pecado contra Yahveh, vuestro Dios, y contra vosotros. (Exodo 10, 16)

  • Salió Moisés de la presencia de Faraón y rogó a Yahveh. (Exodo 10, 18)

  • Yahveh dijo a Moisés: «Extiende tu mano hacia el cielo, y haya sobre la tierra de Egipto tinieblas que puedan palparse.» (Exodo 10, 21)

  • Extendió, pues, Moisés su mano hacia el cielo, y hubo por tres días densas tinieblas en todo el país de Egipto. (Exodo 10, 22)

  • Llamó Faraón a Moisés y dijo: «Id y dad culto a Yahveh; que se queden solamente vuestras ovejas y vuestras vacadas. También vuestros pequeños podrán ir con vosotros.» (Exodo 10, 24)

  • Respondió Moisés: «Nos tienes que conceder también sacrificios y holocaustos, para que los ofrendemos a Yahveh, nuestro Dios. (Exodo 10, 25)


“O Senhor sempre orienta e chama; mas não se quer segui-lo e responder-lhe, pois só se vê os próprios interesses. Às vezes, pelo fato de se ouvir sempre a Sua voz, ninguém mais se apercebe dela; mas o Senhor ilumina e chama. São os homens que se colocam na posição de não conseguir mais escutar.” São Padre Pio de Pietrelcina