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  • El año veintisiete de Asá, rey de Judá, reinó Zimrí siete días en Tirsá. El pueblo estaba acampado en Guibbetón de los filisteos. (I Reyes 16, 15)

  • El pueblo que seguía a Omrí prevaleció sobre el pueblo que seguía a Tibní, hijo de Guinat; Tibní murió y reinó Omrí. (I Reyes 16, 22)

  • El año 31 de Asá, rey de Judá, comenzó a reinar Omrí sobre Israel y reinó doce años. Reinó seis años en Tirsá. (I Reyes 16, 23)

  • Se acostó Omrí con sus padres, y fue sepultado en Samaría. Reinó en su lugar su hijo Ajab. (I Reyes 16, 28)

  • Ajab, hijo de Omrí, comenzó a reinar en Israel el año 38 de Asá, rey de Judá. Ajab, hijo de Omrí, reinó sobre Israel en Samaría veintidós años. (I Reyes 16, 29)

  • ¡Vive Yahveh tu Dios! No hay nación o reino donde no haya mandado a buscarte mi señor, y cuando decían: "No está aquí", hacía jurar a la nación o al reino que no te había encontrado. (I Reyes 18, 10)

  • Dijo Miqueas: «Escucha la palabra de Yahveh: He visto a Yahveh sentado en un trono y todo el ejército de los cielos estaba a su lado, a derecha e izquierda. (I Reyes 22, 19)

  • Ajab se acostó con sus padres y reinó en su lugar su hijo Ocozías. (I Reyes 22, 40)

  • Josafat tenía 35 años cuando comenzó a reinar y reinó veinticinco años en Jerusalén. Su madre se llamaba Azubá, hija de Siljí. (I Reyes 22, 42)

  • Josafat se acostó con sus padres y fue sepultado con sus padres en la ciudad de su padre David y reinó en su lugar su hijo Joram. (I Reyes 22, 51)

  • Ocozías, hijo de Ajab, comenzó a reinar sobre Israel, en Samaría, el año diecisiete de Josafat, rey de Judá, y reinó dos años sobre Israel. (I Reyes 22, 52)

  • Murió según la palabra de Yahveh que Elías había dicho, y reinó en su lugar su hermano Joram, en el año segundo de Joram, hijo de Josafat, rey de Judá, porque él no tenía hijos. (II Reyes 1, 17)


“Dirás tu o mais belo dos credos quando houver noite em redor de ti, na hora do sacrifício, na dor, no supremo esforço duma vontade inquebrantável para o bem. Este credo é como um relâmpago que rasga a escuridão de teu espírito e no seu brilho te eleva a Deus”. São Padre Pio de Pietrelcina