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  • ¿No sabéis acaso que los injustos no heredarán el Reino de Dios? ¡No os engañéis! Ni los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afeminados, ni los homosexuales, (I Corintios 6, 9)

  • ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni los ultrajadores, ni los rapaces heredarán el Reino de Dios. (I Corintios 6, 10)

  • Luego, el fin, cuando entregue a Dios Padre el Reino, depués de haber destruido todo Principado, Dominación y Potestad. (I Corintios 15, 24)

  • Os digo esto, hermanos: La carne y la sangre no pueden heredar el Reino de los cielos: ni la corrupción hereda la incorrupción. (I Corintios 15, 50)

  • Porque sabemos que si esta tienda, que es nuestra morada terrestre, se desmorona, tenemos un edificio que es de Dios: una morada eterna, no hecha por mano humana, que está en los cielos. (II Corintios 5, 1)

  • envidias, embriagueces, orgías y cosas semejantes, sobre las cuales os prevengo, como ya os previne, que quienes hacen tales cosas no heredarán el Reino de Dios. (Gálatas 5, 21)

  • Bendito sea el Dios y Padre de nuestro Señor Jesucristo, que nos ha bendecido con toda clase de bendiciones espirituales, en los cielos, en Cristo; (Efesios 1, 3)

  • para realizarlo en la plenitud de los tiempos: hacer que todo tenga a Cristo por Cabeza, lo que está en los cielos y lo que está en la tierra. (Efesios 1, 10)

  • que desplegó en Cristo, resucitándole de entre los muertos y sentándole a su diestra en los cielos, (Efesios 1, 20)

  • y con él nos resucitó y nos hizo sentar en los cielos en Cristo Jesús, (Efesios 2, 6)

  • para que la multiforme sabiduría de Dios sea ahora manifestada a los Principados y a las Potestades en los cielos, mediante la Iglesia, (Efesios 3, 10)

  • Este que bajó es el mismo que subió por encima de todos los cielos, para llenarlo todo. (Efesios 4, 10)


“Resigna-te a ser neste momento uma pequena abelha. E enquanto esperas ser uma grande abelha, ágil, hábil, capaz de fabricar bom mel, humilha-te com muito amor perante Deus e os homens, pois Deus fala aos que se mantêm diante dele humildemente”. São Padre Pio de Pietrelcina