Gefunden 41 Ergebnisse für: historia de Esdras

  • Esdras abrió el libro a los ojos de todo el pueblo - pues estaba más alto que todo el pueblo - y al abrirlo, el pueblo entero se puso en pie. (Nehemías 8, 5)

  • Esdras bendijo a Yahveh, el Dios grande; y todo el pueblo, alzando las manos, respondió: «¡Amén! ¡Amén!»; e inclinándose se postraron ante Yahveh, rostro en tierra. (Nehemías 8, 6)

  • Y Esdras leyó en el libro de la Ley de Dios, aclarando e interpretando el sentido, para que comprendieran la lectura. (Nehemías 8, 8)

  • Entonces (Nehemías - el gobernador - y) Esdras, el sacerdote excriba (y los levitas que explicaban al pueblo) dijeron a todo el pueblo: «Este día está consagrado a Yahveh vuestro Dios; no estéis tristes ni lloréis»; pues todo el pueblo lloraba al oír las palabras de la Ley. (Nehemías 8, 9)

  • El segundo día los cabezas de familia de todo el pueblo, los sacerdotes y levitas se reunieron junto al escriba Esdras para comprender las palabras de la Ley. (Nehemías 8, 13)

  • Esdras leyó en el libro de la Ley de Dios diariamente, desde el primer día al último. Durante siete días, se celebró fiesta; al octavo tuvo lugar, según la norma, una asamblea solemne. (Nehemías 8, 18)

  • Estos son los sacerdotes y los levitas que subieron con Zorobabel, hijo de Sealtiel, y con Josué: Seraías, Jeremías, Esdras, (Nehemías 12, 1)

  • de la de Esdras: Mesullam; de la de Amarías: Yehojanán; (Nehemías 12, 13)

  • Estos vivían en tiempo de Yoyaquim, hijo de Josué, hijo de Yosadaq, y en tiempo de Nehemías, el gobernador, y de Esdras, el sacerdote - escriba. (Nehemías 12, 26)

  • Azarías, Esdras, Mesullam, (Nehemías 12, 33)

  • con sus hermanos, Semaías, Azarel, Milalay, Guilalay, Maay, Natanael, Judá, Jananí, con los instrumentos músicos de David, hombre de Dios. Y Esdras el escriba iba al frente de ellos. (Nehemías 12, 36)

  • Historia de Tobit, hijo de Tobiel, hijo de Ananiel, hijo de Aduel, hijo de Gabael, del linaje de Asiel, de la tribu de Neftalí, (Tobías 1, 1)


“Queira o dulcíssimo Jesus conservar-nos na Sua graça e dar-nos a felicidade de sermos admitidos, quando Ele quiser, no eterno convívio…” São Padre Pio de Pietrelcina